El conjunto de Córdoba, un rectángulo de 175 x 128 metros, forma uno de los primeros ejemplos del tipo hipóstilo de mezquita, idóneo para resolver las necesidades de la comunidad musulmana. A través de numerosas puertas se puede acceder a un amplio patio o sahn de 120 x 58 metros, en donde se encuentra la fuente para las abluciones. Sin ningún muro de separación, los fieles, ya purificados, entraban en el haram o sala de oración, con alfombras por el suelo. Esta ausencia de límites muestra la sensación de infinitud, de vacío arquitectónico que querían comunicar los constructores islámicos. Su quibla no está orientada a La Meca, sino al sur. Se alzó en el lugar donde estuvo la basílica de San Vicente, comprada a los cristianos cordobeses por Abd al-Rahman I en el año 786, Se aprovecharon muchos elementos de ella -soportes, capiteles, columnas, cimacios- para el nuevo edificio. En la primitiva construcción de
Abd al-Rahman I, el haram constaba de once naves de doce tramos cada
una, con columnas y capiteles tanto romanos como visigodos, según el
sentido ecléctico del arte musulmán. Flexible y adaptable, este bosque de
514 columnas albergaba pequeñas reuniones de los maestros con sus
discípulos, sentencias de los cadís después de escuchar las causas
judiciales y las aglomeraciones para las plegarias perceptivas. Los
arquitectos de Abd al-Rahman dotaron de altura y luminosidad al conjunto
gracias a un ingenioso sistema de soportes superpuestos. Sobre las
columnas, las pilastras sostienen arcos de medio punto y se enlazan con
arcos de herradura que las calzan. La dicromía de las dovelas -blanco y
rojo- corresponde a los materiales usados: piedra y ladrillo. Este
cromatismo y la mayor amplitud de los arcos superiores acentúa la
esbeltez y la luminosidad del recinto y le confiere un ritmo único.
Simbólicamente este sala muestra la imagen de un oasis de palmeras,
singular enclave para reconfortarse en la inmensidad del desierto. Seis
meses tan sólo duró su construcción. Al-Hakam (962-965) añadió, hacia la cabecera, doce tramos más, conservando el mihrab enriquecido con mosaicos de origen bizantino, construyó la macsura e introdujo la bóveda de arcos entrecruzados. Aparecen y se prodigan los arcos trilobulados, pentalobulados y polilobulados; surge el arco apuntado con su intradós ligeramente rizado -es decir, con tendencia al angrelado. Los arcos se superponen y entrecruzan. Pero lo fundamental de esta etapa es la aparición de la bóveda de crucería, que se utiliza en la macsura; asimismo se utiliza la bóveda gallonada, tanto en el magnífico nuevo mihrab como en los plementos entre los arcos de la bóveda de la crucería de la capilla de Villaviciosa (tramo que ocupaba el mihrab de Abd al-Rahman II). En lo decorativo es evidente la influencia del arte bizantino: los mosaicos de la capilla del mihrab fueron obsequio del emperador de Bizancio. Al-Mansur (987-990) añadió ocho naves y descentró el mihrab. Esta ampliación lateral, de menor importancia e inferior calidad, corresponde al interés propagandístico que tenía de asemejarse a los califas. El resultado fue la planta definitiva de 19 naves. |