Primitivo castillo de Versalles (arriba). Abajo, plano de los interiores del castillo en tiempo de Luis XIII, y sobre lo que se realiza el trabajo para Luis XIV. |
Louis Le Vau fue en el 1668 a Versalles para satisfacer los deseos de Luis XIV que quería ampliar el palacete que había construido su padre Luis XIII, destruyendo ese viejo palacio. Pero prevaleció la idea de salvar la edificación que se encuentra alrededor de la antigua Cour de marbre (patio de mármol) y ampliarlo por envolvimiento. Después de la muerte de Le Vau (1670), continuó la obra D'Orbay, siguiendo puntualmente los proyectos de su maestro. Quedó el palacio como un bloque cuadrado sólo abierto por el este, donde se conservaba el patio de mármol de la vieja casa de piedra y ladrillo. En la imagen inferior, el plano con las ampliaciones que ya ha llevado a cabo Le Vau, envolciendo el antiguo palacete (en negro). |
Al final, así que la parte construida en tiempo de Luis XIII y la parte de Le Vau. En la imagen superior observamos el patio de mármol está como está hoy. En la imagen inferior vemos las dependencias del primer piso (planta noble) de esa zona, donde ya trabaja J.H. Mansard. Aquí se encuentran las habitaciones reales. En estos momentos, donde se lee Galerie des glaces (galería de los espejos) no hay nada construido, es una gran terraza entre dos torres. En los extremos están levantadas dos salas: a nuestra izquierda, el salón de la paz, y a nuestra derecha, el salón de la guerra. Más tarde, Mansart cerrará esa galería, muy incómoda por el clima lluvioso de la zona, y ahí se colocará lo que hoy conocemos como galería de los espejos. En este palno, |
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Grabado de los jardines de Versalles realizado por Israel Silvestre en 1669. En el palacio se observa que todavía no se había cubierto la gran terraza en la que irá la galería de los espejos. |
Cumplidos a Louis XIV por el Dogo de Génova en el hall del Salón de los Espejos de Versalles el 15 de mayo de 1685, por Claude Guy Hallé (1652-1736). Pintado hacia 1710. |
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Jules Hardouin-Mansart (1648-1708) llegó a ser el arquitecto
que la posteridad relaciona más estrechamente con Luis XIV, porque dio el
toque definitivo -no el final- a Versalles y porque creó en los Inválidos
el monumento que más directamente impresiona al espectador, como un trofeo
del gran rey. Este arquitecto decide adosar al bloque que había dejado Le Vau dos alas inmensas que van a alojar innumerables dependencias oficiales, ya que en Versalles funciona la máquina del Estado, un teatro de ópera y una capilla. Para respetar el bloque de Le Vau, estas alas tienen que ir muy al fondo desconectándose del cuerpo principal. El palacio en su conjunto, pierde fisonomía y claridad de lectura; parece la fachada de una calle interminable. De todas maneras, la fachada del cuerpo central de Versalles, después de añadida la Galería de los espejos (Galerie des Glaces) y reformado el esquema de Le Vau, es en sí una obra maestra de rigor formal y de suave elegancia. Todo está medido con un tacto exquisito, desde la valoración de las diversas cornisas e impostas hasta el cuadriculado de la carpintería. La fachada de Le Vau condicionó la de J. H.-Mansart, que se limitó a transformar los huecos rectangulares de la planta principal por otros de medio punto, que ciertamente la mejoran, y proyectar hacia delante unos cuerpos singulares para poder montar unas columnas exentas que aliviaran la monotonía de los lienzos apilastrados. Las nuevas fachadas se hicieron todas ellas de piedra de color claro, uniforme. |
Fases de la ampliación de Versalles. Con Luis XIII existía un pequeño palacete en forma de U en torno al patio de mármol (1). Con Luis XIV, tres fases de ampliación: 1ª: 1661-1668. Le Vau prolonga dos alas del
edifico primitivo (A); |
En la imagen superior y en la inferior vista de la Galería de los espejos desde los jardines. |
Siguiendo la más pura tradición francesa, se subdividió la fachada en tres pisos: un basamento, un piso principal y otro ático, más reducido. En lugar de los órdenes gigantes, otros de pequeña escala donde se utiliza el orden jónico con guirnaldas. En cambio, por respeto al clasicismo académico e italianizante, en vez de las empinadas cubiertas de otro tiempo éstas se ocultarán con una balaustrada con trofeos y jarrones. Esta fachada condicionó luego la de J. H.-Mansart, que se limitó a transformar los huecos rectangulares de la planta principal por otros de medio punto, que ciertamente la mejoran, y proyectar hacia delante unos cuerpos singulares para poder montar unas columnas exentas que aliviaran la monotonía de los lienzos apilastrados. |