En este siglo XVII se viven unos años muy pródigos en beatificaciones y canonizaciones que propiciaron la demanda de nuevas imágenes destinadas a la exaltación y propaganda de algunos santos por parte de las órdenes religiosas, que vivían con emoción el poder exhibir plásticamente el aspecto y el prestigio de sus fundadores. Sería poco tiempo después, en 1622, tras la canonización de Santa Teresa junto a los santos españoles San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, San Isidro y el italiano San Felipe Neri, cuando se volvieron a multiplicar las celebraciones litúrgicas, procesiones y sermones, comenzando la demanda masiva de imágenes de estos santos, siendo Gregorio Fernández el creador de unos modelos iconográficos de todos ellos que serían repetidamente copiados por toda la geografía española. |