La Inmaculada, o Purísima, que vemos es una escultura en madera de cedro realizada para una capilla de la catedral de Sevilla. Mide 1,64 metros de altura. Martínez Montañés, su autor, es un escultor que pertenece a la escuela barroca sevillana. Era un hombre profundamente religioso que perteneció a una agrupación religiosa que defendía la concepción inmaculada de la Virgen. Según la tradición cristiana, la Virgen María fue concebida sin el pecado original, pura e inmaculada de cualquier inclinación al mal. España, y Sevilla en particular, se van a caracterizar por defender esta creencia. En 1854 será declarado dogma para los católicos en estos términos: "afirmamos y pronunciamos la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles". Siguiendo la visión del Apocalipsis, la Virgen aparece sobre un nube con la media luna y los ángeles sirviéndola de pedestal. La Virgen, con cara de niña y con las manos juntas, inclina y ladea suavemente la cabeza en señal de humildad y sumisión a la voluntad de Dios. Un suave contraposto hace que notemos la rodilla a través de los ropajes. La postura es clásica, moderada. Es una forma de interpretar de forma serena y clásica que contrasta con la la escultura más apasionada de la escuela castellana de Gregorio Fernández. Presenta abundancia de ropajes en los pies, formando una sólida base. La labor de estofado fue realizada por el pintor Pacheco. Es una arte inspirado en el natural; su realismo es barroco por contraste con lo anterior, lo manierista. Popularmente se la conoce con el nombre de "La cieguecita" por tener la mirada baja y los ojos entornados. Descansa sobre una peana de querubines, guardando una composición trapezoidal. La policromía, con túnica blanca y manto celeste, fue realizada por Baltasar Quintero; la actual corresponde a 1779, en la que se modificaron los colores originales. Si en Castilla la Virgen aparece en edad madura transida de dolor ante la Pasión de Cristo, en Sevilla se prefiere a la Virgen adolescente, en la que prima el carácter clásico y el amor por la belleza, como es este caso.