Velázquez pintó el Aguador de Sevilla
hacia 1619, al principio de su carrera. Posiblemente sea la obra maestra
de la etapa sevillana y representa a un aguador muy popular en la capital
hispalense, llamado "el Corso". En esta primera etapa Velázquez se
interesó por los temas populares, costumbristas. Aparecen dos figuras en primer plano,
el aguador y un niño, y al fondo un hombre bebiendo en un jarro, por lo
que se ha sugerido que podría representar las tres edades de la vida y
que el agua simboliza la transición del conocimiento desde la vejez a la
juventud. Velázquez sigue destacando por su vibrante realismo, como demuestra en la
mancha de agua que aparece en el cántaro de primer plano; la copa de
cristal, en la que vemos un higo para dar sabor al agua, o los golpes del
jarro de la izquierda, realismo que también se observa en las dos figuras
principales que se recortan sobre un fondo neutro, interesándose el pintor
por los efectos de luz y sombra. El colorido que utiliza sigue una gama
oscura de colores terrosos, ocres y marrones. La influencia de Caravaggio
en este tipo de obras se hace notar, posiblemente por grabados y copias
que llegaban a Sevilla procedentes de Italia. |