El cuadro representa una de las dos vistas del jardín de la Villa Médicis, residencia del gran duque de Toscana, en la que había residido Velázquez en su primer viaje a Italia entre 1629 y 1631. Es una vista real del jardín, que se conserva prácticamente intacto en nuestros días. La imagen se estructura en dos zonas en sentido horizontal y tiene una ordenación geométrica clara, marcada por las líneas verticales y horizontales. El centro es la nota de color más claro, la sábana blanca abierta en semicírculo. Vemos a dos hombres que contemplan la gran gruta, tapiada con tablones, mientras en lo alto de la barandilla una mujer parece extender una sábana. Sin embargo las figuras son anecdóticas; el verdadero interés del pintor es captar el paisaje y las tonalidades de los árboles que van cambiando con la luz del crepúsculo. Es un paisaje real, pintado al óleo, lo cual es muy raro en aquella época en que los paisajes eran fondos de cuadros compuestos en el estudio, nunca tomados del natural más que en dibujo. Si a esto unimos la técnica abocetada y el interés por estudiar las variaciones de los colores según la luz, podemos apreciar el por qué de la fama de esta vista y su compañera, precedentes de la pintura al aire libre y el impresionismo. Hay otro hecho importante: Velázquez parece pintar estos cuadros por voluntad propia sin que medie ningún encargo, algo poco frecuente antes del siglo XIX.