En 1560 el
cardenal francés Matteo Contarelli adquirió una capilla en la iglesia
romana de San Luis de los Franceses y en su testamento dejó ordenado que
a su muerte, que se produciría veinte años después, se realizase una
decoración de la capilla con escenas relativas a san Mateo, su santo
patrón, tanto en el altar como en los muros. Para los trabajos dejó
reservados unos fondos, con las correspondientes instrucciones, de las
que se ocupó su albacea Virgilio Crescenzi, que tardó más de diez años
en materializarlo. Tras buscar a varios pintores, en 1599 la obra fue
finalmente encargada a Caravaggio por recomendación del cardenal
Francesco Maria Del Monte, embajador del duque de Toscana en el
Vaticano, que ya le había adquirido dos pinturas y acogido en su casa.
El pintor, que estaba establecido por su cuenta desde 1594, era un
desconocido, lo que suponía el primer encargo eclesiástico de cierta
importancia en un momento en que la Iglesia contrarreformista necesitaba
dotar de imágenes a los nuevos templos.
El encargo solicitado consistía en
realizar una escena para la pala de altar con la imagen de "San
Mateo Evangelista", inspirado por un ángel, y otros dos grandes
lienzos para las paredes laterales con episodios de su vida, por un
lado "La vocación de san Mateo" o el momento en que es
elegido por Cristo como uno de los Apóstoles (a la izquierda), y por otro "El
Martirio de san Mateo", siguiendo una tradición no confirmada
que afirmaba que el apóstol había sufrido martirio en Etiopía (a la
derecha). |
La Vocación de san Mateo es una obra de gran formato, 3,22 x 3,40 metros, pintada al óleo sobre lienzo, que fue la primera en ser acabada por Caravaggio para la Capilla Contarelli, cuyo conjunto fue asimismo una de sus primeras obras presentadas en público con una nueva interpretación realista que le proporcionó gran popularidad. También era la obra de mayor formato realizada por el pintor hasta entonces y con mayor número de personajes, pero sobre todo supuso la representación de un pasaje evangélico como una escena de la vida cotidiana, en un espacio sórdido y tabernario fácilmente reconocible por los romanos, un reflejo del ambiente convulso en que el pintor se movía con pericia, mezclando el refinamiento formal con la vulgaridad de los personajes, un criterio revolucionario para la pintura religiosa de su tiempo, obligada a seguir las directrices contrarreformistas emanadas del Concilio de Trento. |
Vocación de de san Mateo |
Como es habitual en la pintura de
Caravaggio, la pintura
ofrece una composición muy estudiada y está realizada con medios muy
restringidos que no distraen la atención y concentran la emoción en los
personajes. Se
atiene escrupulosamente al pasaje evangélico de Lucas que le fue
solicitado: “Después de esto, salió y vio a un publicano llamado
Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él,
dejándolo todo, se levantó y le siguió” (Lc. 5, 27-28). La pintura
se localiza espacialmente en un despacho de impuestos a modo de sótano,
con Leví rodeado por sus ayudantes en el momento de recontar las monedas
recaudadas en el día y a Jesús, acompañado de Pedro, señalándole con el
dedo al pronunciar la frase "Sígueme". Sentados alrededor de
una mesa se hallan cinco personajes de edades y aspecto diferente. Dos
de los tres jóvenes lucen sombreros de plumas y uno de ellos una espada,
mientras un anciano funcionario con lentes se afana en el recuento de
monedas para reflejarlo con la pluma, el tintero y el libro de cuentas
que hay encima de la mesa. El recaudador Leví responde extrañado con un
gesto incrédulo a las palabras que recibe de Cristo en el momento en que
irrumpe en la sala acompañado de Pedro. En definitiva, un instante
detenido en el tiempo en el que el cruce de miradas sugiere como la vida
de un hombre va a cambiar por completo.
La obra presentada fue tan novedosa en todos los aspectos que su
ruptura conceptual no fue bien comprendida desde el primer momento,
a pesar de que el gremio de pintores, sobre todo los más jóvenes,
mostraron enseguida su admiración por el excesivo realismo y por no
usar dibujos preparatorios, calificándole como el mejor artista de
la naturaleza y como un auténtico milagro sus efectos de luz. Una de
sus principales aportaciones a la pintura fue la intensidad del
claroscuro, un fuerte contraste entre luces y sombras conocido como
"tenebrismo" que se traducía en un realismo muy
emocional, un factor que después definiría a la pintura barroca en
general. Pero en sus pinturas no sólo era novedoso el uso de la luz,
sino también los modelos humanos utilizados, inspirados en las capas
populares y considerados por algunos como vulgares, así como la
forma explícita de mostrar el dramatismo, un hecho que en su tiempo
originó la aparición tanto de admiradores como de detractores.
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El resto son sutiles matices que no pasan
desapercibidos, como el haz de luz que entra por una ventana alta y
libera de la penumbra a los personajes. Una ventana que no se ve y que
está colocada en la misma dirección en que entra la luz natural en la
capilla y cuya marca en la pared parece indicar a quién se dirige
Cristo, estableciendo al tiempo una parte superior iluminada y otra
inferior en penumbra. De igual manera, la contraventana del fondo,
colocada en escorzo, establece dos zonas diferenciadas de sombras y luz,
convirtiéndose en una metáfora de la vida de Leví antes de ser elegido
por Jesús y su nueva vida como el apóstol Mateo.
La escena principal reproduce un ambiente casi tabernario y
subterráneo, con un grupo de personas anacrónicamente vestidas a la
moda de la época en se hace la pintura, mientras Cristo y Pedro
lucen una indumentaria bíblica que podría calificarse de intemporal.
Los personajes representan ciudadanos romanos comunes, sin ningún
tipo de idealización y de distintas edades que oscilan desde la
madurez de Mateo y el personaje que está a su lado con lentes a la
juventud de los otros tres, uno de ellos casi un niño con aspecto
asustado. Predomina un ambiente intimista en el que el pintor
permite participar al espectador, sugiriendo que con Cristo llega la
luz y rescata a Mateo de su preocupación por el dinero, todo ello
sugerido por el lenguaje de las manos y los gestos que definen
distintas reacciones humanas. Mateo al ser señalado duda y pregunta
a Cristo si se refiere a él, dos jóvenes muestran sorpresa al
escuchar las palabras y otros dos ignoran a Jesús concentrados en el
recuento del dinero, estableciéndose un contrapunto, una colisión,
entre el ambiente mundano de Leví, rodeado de personajes lujosamente
vestidos y armados, y la austeridad de Jesús y Pedro, que incluso
caminan con los pies descalzos.
No es arbitraria la colocación de Pedro entre
Cristo y los hombres, representando a la Iglesia Católica y su papel
mediador entre lo divino y lo humano, de modo que sobre la escena
domina una alusión velada a la salvación y la vía para conseguirla
repitiendo los gestos instituidos por Cristo, es decir, los
sacramentos, aquellos que fueron rechazados por los luteranos y que
la Iglesia reafirmó en el Concilio de Trento. Avala esta
interpretación el hecho de que las radiografías realizadas a la
pintura revelen que en principio no estaba incluida la figura de
Pedro, realizando Caravaggio
la modificación sobre la marcha.
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En esta obra Caravaggio
se decanta decididamente por la técnica tenebrista, creando un nuevo
estilo, como recurso para no distraer la atención con elementos
pintorescos o paisajes y concentrar el interés en las reacciones
humanas, expresadas con un fuerte realismo y por personajes
verosímiles, incluso humildes, alejados del antinaturalismo de los
manieristas, sirviéndose de la luz para liberar de las tinieblas
todo aquello que le interesa destacar en cada narración,
estableciendo un fuerte contraste entre las zonas oscuras y los
colores vivos e intensos, siempre sin precisar los contornos y a
través de sutiles manchas de color. Asimismo la profundidad de su pintura no se basa en una
rigurosa perspectiva lineal, sino a través de una estudiada
composición de líneas convergentes, diagonales, series de escorzos y
primeros planos resaltados por los juegos de luz, recursos con los
que llega a establecer una profundidad que sugiere efectos
atmosféricos. La belleza de la pintura radica en la absoluta naturalidad del
momento representado, aunque la auténtica intención sea plasmar el
mensaje espiritual de cómo Jesús entra en la vida de Mateo como un
rayo de luz y le libera de las tinieblas. Con esta obra Caravaggio inició su
andadura por el tenebrismo, una técnica en la que, aunque no fuera
su auténtico creador, sí se convirtió en su principal seña de
identidad hasta llegar a convertirse en su representante por
excelencia, dando lugar a un efectista uso de la luz que fue seguido
por una multitud de pintores barrocos en toda Europa. |
San Mateo evangelista |
En la imagen superior, la inspiración de san Mateo. En la imagen inferior el martirio de san Mateo. |
Martirio de san Mateo |