María de Médicis, reina regente de Francia, confía a Rubens en 1622 dos series con escenas de su glorificación y de su difunto marido Enrique IV, destinadas a revestir sendas galerías de su recién concluido palacio en París. Rubens comienza por ilustrar, en veintiún cuadros, la vida de la reina, que fragmenta en cuatro períodos: su juventud en Florencia, desde su nacimiento hasta su matrimonio con el rey de Francia (1573-1600); sus diez años de reinado, que concluyen con el asesinato de Enrique IV (1600-1610); su regencia hasta la mayoría de edad de su hijo Luis XIII (1610-1614) y las desavenencias con su hijo y la reconciliación final. El artista funde la historia con la mitología. En el sorprendente plazo de tres años, los cuadros estaban en su destino. Problemas financieros y políticos impidieron que Rubens realizara el segundo de los encargos de María de Médicis: la galería de Enrique IV. |