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Las Tres Gracias están ante un paisaje de fondo. A la
derecha hay una fuente clásica con un amorcillo que sostiene una
cornucopia. En la parte superior hay una guirnalda y la rama de un árbol
en la que han dejados sus ropas. Las
Tres Gracias eran hijas de Zeus y de la ninfa Eurinome. Se llaman
Eufrósine, Talía y Aglaye y son la representación de la afabilidad, la
simpatía y delicadeza, y en general de todo lo que fuera amable. Eran
muy bellas y se las representa desnudas, porque la belleza no se puede
cubrir. Están siempre danzando y con las manos entrelazadas. De esta
forma se las ha representado casi siempre. La luz se centra en las tres
mujeres dejando en penumbras los laterales. El tema pertenece a la
antigüedad clásica y había sido retomado por el pintor renacentista
Rafael, pero Rubens lo actualiza y le dota de una vitalidad
extraordinaria. |
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A modo de ejemplo del tema en la antigüedad, aquí
este este mosaico romano de finales del s. III o principios del s. IV
que se encuentra en el Museo de Arqueología de Cataluña (Barcelona).
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Rubens ofrece una belleza sensual y curvilínea de la
figura femenina, de todos nacarados y rosas, corresponden al ideal
opulento de la belleza femenina. Se busca alagar a
los sentidos; estamos en el barroco y esto es algo buscado por los
pintores. Las tres figuras sirven a Rubens para pintar tres figuras
académicas femeninas con las exuberantes formas habituales en su
pintura, de cuerpos desnudos y luminosos. Pero aunque son personas
entradas en carnes, son figuras proporcionadas y elegantes. Un fuerte
foco de luz ilumina a las tres figuras; las carnaciones son de una gran
belleza. La composición respeta el modelo clásico de representarlas
desnudas, juntas, manos entrelazadas, como empezando el baile y una de
ellas colocada de espaldas. Pero modifica la unión entre ellas, pues
aquí están conectadas por tres datos: el cogerse entre ellas por los
brazos, el velo transparente que las cubre y las miradas entrelazadas.
Todo esto da unidad al conjunto. |
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El cuadro está realizado al poco de casarse con
Helena Fourment, tras el fallecimiento de Isabel Brandt, su primera
esposa. Fue un momento de felicidad del pintor, que lo refleja con esta
obra. Sería un cántico del autor a la felicidad, al amor y el placer
derivado de su nuevo matrimonio. Es significativo el hecho de que este
cuadro fue propiedad de Rubens hasta su muerte. (Se ha querido ver a Helena Fourment en la figura que
está a nuestra izquierda; mientras que la primera esposa, Isabel Brandt
sería la que está a la derecha). |
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Sin embargo, hay comentaristas que
piensan que se trata de diferentes variaciones de Helena Fourment. En
todo caso, la belleza femenina de la pintura de Rubens está resumida en
este magnífico trío. |
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Sobre las
cabezas de las figuras coloca una magnífica guirnalda de rosas colgadas
de las ramas del árbol que crea un espacio escenográfico que enmarca a
las Gracias, y que sirve de soporte a sus ropas abandonadas. Las flores
simbolizan que las Gracias son servidoras de Venus, diosa de la belleza
y del amor. El espacio
que las circunda representa un paisaje con árboles y animales pastando
con una línea de horizonte bajo, que realza aún más sus contornos. La
línea del horizonte tan baja hace que el cielo de color azul cobre gran
protagonismo y ocupe casi tres cuartos del cuadro; así consigue
profundidad el cuadro. |
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