Con Guardi la veduta pierde algo de su aspecto de documento preciso
e intemporal para convertirse en la interpretación personal y poetizada de
un ambiente. Por otra parte, no persigue como Canaletto fijar en toda su
concreción los elementos físicos del paisaje; éstos pueden pasar en
ocasiones a un segundo término ante la atención que exigen los aspectos
cambiantes, aquellos que dan su personalidad, su sabor, a una hora del día
o a una situación determinada. Se pierde así en precisión, pero se ganan
matices, se aumenta la capacidad de evocar y de seducir. La Vista de la
laguna al atardecer, con su simplicidad constructiva, su delicada
gradación lumínica y su brumosa atmosfericidad representa quizá el punto
más avanzado de la pintura de Guardi, aquel que ha hecho hablar, a
propósito suyo y como siempre trasponiendo los términos de modo equívoco,
de visión "romántica" del paisaje, o de "impresionismo". Se ha abandonado
la anécdota para pasar a la plasmación de un fragmento de paisaje donde ya
no están presentes ni el elemento humano ni el arquitectónico. En
realidad, lo que encontramos aquí es todo el encanto y la seducción del
Rococó.
Si no fuese por la calidad de su pintura, hubiera pasado
desapercibido como ayudante de otros artistas, como del vedutista Michele
Marieschi.. Llevó en Venecia una existencia retraída -aunque fuera cuñado
de Tiépolo, casado con su hermana Cecilia- y no ingresó en la Academia de
Arte veneciana hasta pasados los setenta años. El reconocimiento de su
genio llegó con el impresionismo, quien permitió valorar sus paisajes
emocionantes y pintados con agilidad, y ser considerados como espontáneos. |