Estatuillas pintadas de panaderos. Longitud, 41'9 cm. Procedente de Asyut. Alrededor de 1900 a. C. Museo Británico. Hacer el pan formaba parte del día a día de palacios, casas ordinarias, templos y tumbas. Las figurillas colocadas en el interior de tumbas se pensaron para capturar los elementos más típicos del proceso, para que fuera continuo a través de la eternidad. Este modelo, más modesto que otros existentes, no muestra el proceso completo sino sólo el amasar y el hornear. Las caras de las figuras se pintan detenidamente, con expresiones atentas. Los músculos del pecho de la figura trasera muestran el esfuerzo del trabajo de amasar. La figura delantera protege su cara contra el calor producido por el fuego, que se representa por medio de formas poligonales pintadas de un brillante color rojo.

Figurillas de criados que preparan alimento. Altura, 30'5 cm. Procedente de Sedment. Alrededor de 2200 a. C. Museo Británico. El pequeño modelo de madera de criados a menudo era colocado en tumbas desde finales del Imperio Antiguo hasta la Dinastía XII (es decir, entre 2300 y 1800 a. C. aproximadamente). Representaban a los asistentes de casa y otros criados del difunto, y se suponía que actuaban como sustitutos mágicos de las personas a las que representaban. La mayor parte de ellas representan actividades conectadas con la producción de alimento, bebida y otras cosas para cubrir las necesidades básicas. Con un grupo este tipo de objetos en su tumba, el muerto se aseguraba de que dispondría de todo que pudiera necesitar durante la Vida después de la muerte. Las figuras en este grupo incluyen a un hombre que se agacha para cocinar la carne sobre un espetón, mientras otro parece hacer una libación de un tarro sobre una pequeña mesa de ofrendas.

Mujer moliendo grano. Caliza. Altura, 30'9 cm. Dinastía V. 2524-2400 a. C. Procedente de Giza, tumba G 2004. Museo de Bellas Artes de Boston. Estatuillas de sirvientes realizando tareas domésticas como hornear, tejer, etc., eran colocadas en las tumbas en la creencia de que llegarían a proporcionar mágicamente lo necesario para el ka y asegurarían el bienestar del difunto en la otra vida. Esta mujer arrodillada moliendo grano para el pan lleva una falda atada a un lado y un pañuelo cubriendo el cabello. La piedra caliza en la que está tallada se habría cubierto con una capa fina de yeso y después pintado.

Figura de un hombre con una azada. Altura, 33 cm. Procedente de Assiut. Alrededor 2250 a. C. Museo Británico. Las provisiones de la tumba para la vida después de la muerte deberían durar para toda la eternidad, por lo que las tumbas eran equipadas con figurillas que representaban todas las etapas del proceso de producir el grano para el pan, una de las ofrendas principales para mantener el difunto en la vida después de la muerte. El empleo de una azada, para romper los terrones de tierra que no podía romper el arado, podía constituir la diferencia entre una cosecha buena y otra pobre. Esto, en última instancia, afectaría a lo que estuviera disponible para ofrendas para sostener al difunto.

Escriba sentado, de una tumba de Gizé. Museo de El Cairo.

Estatuilla masculina. Madera de cedro. Procede posiblemente de la tumba de Gua, en Deir Bersha. Dinastía XII. Altura, 34'5 cm. Museo Británico. Esta estatuilla se cree que viene de la tumba de Gua, un médico. El Museo Británico tiene otros materiales procedentes de la misma tumba, incluyendo sus sarcófagos interior y exterior, y un cabezal de marfil. Todos esos objetos tienen el nombre del dueño y sus títulos, pero si esta estatua tuvo una inscripción pintada, ha desaparecido. La postura de esta estatua, de pie con una pierna adelantada, es típica. La figura lleva una larga falda con un nudo en la cintura, una moda común en el tiempo en que el hombre fue enterrado. Los brazos se han tallado separadamente y han sido unidos mediante espigas. La talla no es de mucha calidad. A pesar de cierto modelado del pecho, los miembros adolecen de falta de definición, y el frente de la falda es completamente monótono. La figura está mal proporcionada, con el cuello y las piernas cortas.

Estatua de un funcionario provincial. Altura, 134 cm. Procedente de Deshasha. Alrededor de 2400 a. C. Museo Británico. Esta estatua procede de la tumba de Nenkheftka en Deshasha. Estatuas como esta eran un rasgo característico de las tumbas del Imperio Antiguo. Las tumbas a menudo tenían una cámara llamada serdab. Las estatuas servían para mantener viva la memoria y la personalidad de la persona difunta, para que aunque su cuerpo haya sido destruido su espíritu todavía fuera capaz de residir en la estatua. 

 

Barco de una tumba de Beni Hasan

Barco funerario de una tumba de Beni Hasan.

"Tropa" de figurillas de Ushabti, dinastía XXI.

Figura de la dinastía XII.

Portadora de ofrendas. Madera. Altura, 112'1 cm. Procedente de Tebas Oeste. Esta mujer alta y esbelta fue descubierta en una cámara escondida en la tumba de Meketre. La mujer personifica una propiedad que habría proporcionado ofrendas de alimento para el espíritu de Meketre para la eternidad. Lleva un pato vivo cogido por las alas en una mano y equilibra una cesta de alimento con la otra.

Figurilla de una sirvienta en madera. Altura, 38 cm. Procedente de la tumba de Gua, en Deir Bersha. Museo Británico. La mayoría de las figurillas que se colocaron en tumbas ricas del Imperio Medio muestra la producción de ofrendas de alimento para el dueño. Esto debía asegurar que las ofertas continuaran para toda la eternidad. Las figurillas incluyeron la preparación de campos para cosechas, los graneros, fabricación de pan y carnicería. Esta figurilla muestra la última etapa de este proceso, el traer la ofrenda a la tumba. La sirvienta lleva una cesta en la cabeza, tal como muchas mujeres del Egipto rural. Esto deja libre una o las dos manos para hacer otras cosas, como llevar verduras o un ave. Los estudios en cementerios de gente ordinaria han confirmado que las mujeres llevaban las cargas pesadas de esta manera, por el daño que se aprecia en las vértebras del cuello. Tal daño no aparece en esqueletos masculinos, y paralelamente las figurillas masculinas no llevan cargas sobre la cabeza. El vestido ajustado de lino es el típico que llevaban la mayoría de las mujeres hasta el Imperio Nuevo. En esa época, tanto hombres como mujeres comenzaron a llevar voluminosas prendas de vestir finamente tejidas con muchísimo plegado y el vestido ajustado quedó reservado sólo a diosas.