Esta tabla perteneció a un retablo de la iglesia de Santo Domingo de Silos en Daroca (Zaragoza). Se sabe que Bartolomé Bermejo firmó un contrato en 1474 para realizarlo, que tres años después estaba terminada la tabla central y que la obra se finalizó en 1479. En el contrato se acordaba que el retablo estaría dedicado a Santo Domingo de Silos, cuya figura presidiría la tabla central, rodeada con escenas alusivas a su vida, y coronado por un Calvario. La estructura debía constar de una predela, con representaciones de distintos santos, y un guardapolvo. El conjunto se desmembró y se desconoce su paradero, a excepción de esta tabla central y otra de un santo, quizás San Isidoro, conservada en Chicago, en la que probablemente intervino el taller.
Santo Domingo de Silos aparece entronizado y su rostro refleja una fuerte personalidad, con unos rasgos de intenso realismo. Sostiene un libro con sus manos, tal vez el texto de la Reforma que llevó a cabo en la abadía de Silos, apoyado en su brazo lleva el báculo como símbolo de autoridad. En el contrato se estipulaba que el santo debía estar representado como obispo, pero el velo anudado en el báculo alude también a su condición de abad. La vestimenta que luce enriquece la lectura de la imagen y le convierte no sólo en un personaje pontifical -mitra, capa pluvial, dalmática –, sino que también le confiere un carácter sagrado.
La cenefa de la capa de brocado está ornamentada con figuras de santos, perfectamente identificados por sus atributos. A la izquierda: San Pedro, Santa Bárbara, San Andrés y Santa Polonia. A la derecha: Santa Catalina, San Bartolomé, Santa Marta o Santa Quiteria.
El trono gótico, apoyado sobre una plataforma, está decorado con figuras escultóricas que representan las Siete Virtudes. En la parte superior las teologales: Fe, Esperanza y Caridad, y a los lados las cardinales: Fortaleza, Prudencia, Templanza y Justicia.