El conocido como Políptico de san Bavón de Gante, o del Cordero Místico es la obra cumbre de los hermanos Van Eyck. Fue comenzado por Hubert, el mayor, y rematado en 1432 por Jan, a la muerte de su hermano, tal como se lee en una inscripción que se encuentra en el marco inferior interno: PICTOR HUBERTUS EEYCK. MAIOR QUO NEMO REPERTUS INCEPIT. PONDUS. QUE JOHANNES ARTE SECUNDUS (FRATER) PERFECIT. JUDOCI VIJD PRECE FRETUS VERSUS SEXTA MAI VOS COLLOCAT ACTA TUERI (1432). Posiblemente fuera escrito por alguien del círculo de Joos Vijd. El exterior del tríptico, cuando se encuentra cerrado, nos muestra una serie de tablas distribuidas en dos cuerpos y realizadas a la grisalla unas y otras a color.

 

En la parte superior del todo, hay cuatro tablas con figuras que aluden al tema principal de la Anunciación. El profeta Zacarías (sobre la figura del ángel) y el profeta Miguel están sobre el ángel y la Virgen. Son dos personajes del Antiguo Testamento, que anunciaron la llegada del Mesías y la salvación del mundo. Sobre Zacarías está la inscripción: SACHARIAS. PROPHETA. EXULTA SATIS FILIA SYO(N) JUBILA ECCE REX TUUS VE(N)IT. Junto al profeta Miqueas se lee: MICHEAS P(RO)PHETA EX TE EGREDIETUR QUI SIT DOMINATOR IN ISR(AE)L (Miqueas, 5, 2).

Sobre las dos tablas vacías, con la estancia de María, tenemos a dos sibilas, la de Eritrea y la de Cumas. Son figuras del mundo pagano, de la Antigüedad grecorromana, en cuyas profecías se encontraron augurios de un salvador del mundo que los cristianos inmediatamente identificaron con Jesús. La filacteria de la sibila Eritrea dice: NIL MORTALE SONA(N)S AFFLATA... ES NUMINE CELSO. (Virgilio, Eneida 6, 50-51). Y sobre la de la sibila cumana se lee: REX A(LTISSIMUS) ADVE(N)IET P(ER) SEC(U)LA FUTUR(US) SCI(LICET) I(N) CARN(E)./ MEIAPAROS.
 

El tema de la relación entre sibilas y profetas fue tratado innumerables veces por artistas, normalmente muy cultos, como por ejemplo Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina.

 

La escena superior representa la Anunciación, una escena continua en cuatro tablas. La Anunciación pudiera ser de Hubert, aunque resulta muy difícil separar la mano de los hermanos en cada parte del cuadro. Gabriel y María están separados por dos tablas verticales que muestran el interior de la habitación de la Virgen. La inscripción que se lee es: AVE GRACIA PLENA D(OMI)N(U)S TECU(M) ECCE ANCILLA D(OMI)NI (Lucas 1, 28-38).
 

 

Bajo ella tenemos cuatro tablas independientes con los retratos de los donantes rogando a dos estatuas fingidas de los santos juanes (a la izquierda, san Juan Bautista, y a la derecha, san Juan evangelista).

En la parte de abajo está el retrato del donante, junto al de su esposa y los santos juanes, que interceden por sus almas. Joos Vyd fue un importante personaje de la alta burguesía de Gante. Según parece, estaba tratando de conseguir uno de los puestos de mayor importancia en el gobierno de la ciudad, para lo cual tenía que demostrar su prestigio moral y su capacidad económica. Por ello, el matrimonio encargó la construcción de su capilla funeraria en lo que iba a ser la catedral de San Bavón, por aquellos años la parroquia de San Juan. Construir una capilla implicaba no sólo la arquitectura, sino la dotación económica y artística de la misma, con todo tipo de decoraciones suntuosas y una asignación anual para celebrar misas por el alma del donante y de quien dejara fijado. Joos Vyd dejó pagadas misas por el alma de su padre, por lo que se ha llegado a suponer que su padre cayó en desgracia por alguna causa con la ciudad o con el duque, y que Vyd trataba de rehabilitar su linaje para abrirse camino político. Obviamente, la obra funcionó y un par de años más tarde de colocarse en el altar de san Bavón, Joos Vyd consiguió el cargo de burgomaestre por el que había peleado.

 

Isabel Borluut,su esposa, es un caso excepcional dentro de la sociedad flamenca del siglo XV. Su tratamiento en las obras de la capilla que su marido encargó, así como el tratamiento que le otorga el retrato en el Políptico demuestran que su categoría social era prácticamente igual a la de su esposo, cuando no mayor. Este es un caso infrecuente en un mundo rígidamente estructurado en clases y estamentos, donde el papel de la mujer era poco menos que ignorado. Sin embargo, Isabel se encargó casi igualmente de los contratos que llevaron a la feliz realización tanto de la capilla como del políptico, supervisando algunos gastos (lo que hace pensar que también tuvo opinión sobre el programa iconográfico). En cualquier caso, Van Eyck nos ha legado su retrato, absolutamente fidedigno como el de su marido.

 

En ambos el pintor abandona la idealización y la elegancia de la pintura gótica para mostrarnos dos rostros ferozmente reales, sin asomo de embellecimiento. Sus caras resultan vulgares, llenas de arrugas y defectos, en un estilo que Van Eyck llevó a la cumbre y que hoy conocemos como pintura flamenca, caracterizada por su expresividad y realismo.