Con el nombre de arcaísmo se conoce el período
que, tras el desarrollo del siglo VII, se extiende desde comienzos del siglo VI hasta aproximadamente el año
480 a.C. Puede afirmarse que se trata de cien años fundamentales en la
historia de la escultura por la riqueza y variedad de las obras que en
ellos se producen, una centuria difícilmente comparable a cualquier otro
siglo de la historia del arte occidental. (...) el sentido de la escultura griega, especialmente en la época del arcaísmo, no era el de representar la realidad, sino el de presentarla. (...) El término representar indica la reproducción más o menos fiel, según la habilidad del artista, de una parcela de realidad empírica, perceptible. En dicho planteamiento, la obra de arte refleja o imita lo dado, no aporta algo nuevo a la realidad sino que la copia. El término presentar, por el contrario, alude a una actividad mucho más dinámica. En su perspectiva, el artista no reproduce, copia o imita, sino que crea algo nuevo, algo que antes de él no existía, y que, por tanto, existe gracias a su trabajo, y lo presenta a la vista de todos. (...) Las figuras masculinas arcaicas -kouroi- de dioses atletas no son retratos fieles, reproducciones naturalistas o fotográficas de hombres reales, de individuos concretos. Son, por el contrario, verdaderas creaciones, modelos que dan sentido a la existencia cotidiana de los hombres que los ven, que no pueden reconocerse en ellas, pero que aspiran a ser ellos. Los escultores griegos crearon un mundo partiendo, y no podía ser de otra manera, de lo dado, del cuerpo humano y de las formas naturales, y captan y expresan en sus obras lo que de cada cosa es propio, su definición y sentido. Así pues, la historia de la escultura arcaica es la historia de una conquista de sentido. "A diferencia de otras religiones, la religión griega no dispone de un texto que pueda ser ilustrado. La Biblia, por ejemplo, resume para los judíos y para los cristianos las hazañas de sus héroes y de su Dios, y lo hace canónicamente, como libro revelado. El griego tiene la Ilíada, por supuesto, tiene a Hesíodo, pero sus textos son invención poética, carecen de carácter normativo y no se dicen escritos por Dios. Cuando los escultores los utilizan como fuente no están obligados a seguir al pie de la letra sus indicaciones: pueden crear, y de hecho crean, apartándose de los relatos homéricos y de las restantes obras épicas del arcaísmo. |
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