Lisipo
está activo en la época de Alejandro (fue su retratista áulico); fue un
broncista autodidacta que recibió la influencia de la escuela
de Policleto. Trabajó probablemente desde el 360 a.C. hasta el 305 a.C. Aunque no se conserven originales suyos, las copias existentes
permiten conocer su estilo, que pone de relieve un ritmo especial y
dinámico, una nueva concepción de los volúmenes (tridimensionalidad) y una
gran maestría en la plasmación del vigor y del movimiento. Lisipo, después
de Fidias con su idealismo glorioso, después de Praxíteles con su mórbida
sensualidad, de Scopas con su obsesión trágica, representa otra etapa del
arte griego: la del naturalismo sin concesiones detallistas.
De las más de 1.500 estatuas que le atribuye Plinio, todas en
bronce, sólo
conocemos con seguridad una sola copia fiable: el Apoxiomenos (el
que se limpia rascándose). Se trata de un atleta, no en actitud heroica,
sino en la más natural de limpiarse con el estrigil el polvo y el aceite.
Su composición varía a medida que damos la vuelta a su alrededor. Su
rostro es de formas bellas; el cuerpo flexible y nervioso, la cabeza más
pequeña y expresiva; tiene una arruga muy marcada en la frente y una
sombra en los ojos. Sus brazos, extendidos horizontalmente ante el cuerpo,
escondiendo el torso, son una proyección audaz al espacio. En conjunto
proporciona a la figura una nueva capacidad de movimiento espontáneo
tridimensional; igual libertad sugiere la línea diagonal de su pierna
derecha. Su postura es insólita: pasa de apoyar el peso del cuerpo de un
pie al otro y, al extender los brazos hacia delante, la estatua ocupa más
profundidad que las predecesoras y proporciona una gran variedad de
perspectivas. El tronco del árbol que aparece tras la pierna izquierda y
la pieza de mármol del muslo que llegaba hasta la mano derecha no
existían en el original; eran estabilizadores que, imprescindibles
tratándose de copias de mármol con riesgo de fractura, no eran
necesarios en las fundiciones de bronce.
"Lisipo se mueve temáticamente en el ámbito de la
tradición clásica: figuras humanas, erguidas y desnudas, dioses y efebos,
gimnastas, tipos hercúleos que recuerdan obviamente a Policleto. Sin
embargo, aparecen dos aspectos importantes y originales: la relación entre
la pieza y el espacio en que se encuentra es nueva, la composición también
empieza a serlo. Estando en el espacio, es la figura la que lo crea los
brazos del Apoxiomeno, cruzándose por delante, rompen la estricta
frontalidad, que, con un movimiento hacia delante y hacia atrás, acompañado por
el de los brazos y marcado por el de la cabeza, crea su propio ámbito
espacial en todas las direcciones. Semejante disposición fuerza la
composición tradicional en un sistema continuo que escapa a la pura
adición clásica. Cada parte del cuerpo se prolonga en la contigua, no se
limita a superponerse ni a estar a su lado, según una dirección que
concentra el movimiento y acentúa la tensión, indicando un momento de la
acción. Esa conquista de
la espacialidad y temporalidad se complementa con un gesto bien
determinado y una mirada concreta, de tal modo que las figuras de Lisipo
exigen una percepción nueva, una relación inédita con el espectador, que
asiste curioso a lo que estos personajes hacen o están dispuestos a hacer,
a la afirmación de su energía física, puramente humana, con una solemnidad
que ya no es la intemporalidad de los dioses." |