Praxiteles se alejó de la tradición anterior al preferir como material el mármol, más que el bronce, pero se mantuvo en la línea de sus antecesores por su elección como modelo para sus obras de la belleza juvenil idealizada. Desde este punto de partida, evolucionó hacia una mayor humanización de las estatuas, hacia una plasmación algo más intensa de los sentimientos. Gozó de un gran prestigio desde sus primeras realizaciones, en particular por la suavidad del modelado y la postura indolente de los cuerpos, que gravitan fuera de su eje, descansando sobre un punto de apoyo. Es emblemático en este sentido el grupo de Hermes con Dionisos niño, encontrado en 1877 en Olimpia y que se considera un original, el único que se conserva de un escultor griego de primera magnitud. El escultor parece que representa al dios Hermes cuando llevaba a Dioniso a las ninfas de la montaña Nisa. A lo largo del camino, Hermes, para distraer al pequeño Dioniso, agita un objeto con la mano derecha. Se supone que Hermes llevaba en la mano un instrumento musical, o también podría ser que sujetara un racimo de uva o que llevara el caduceo.

Al contrario que Fidias, Praxiteles realizó la mayor parte de sus obras por encargos de particulares griegos, principalmente procedentes del Asia Menor y del Peloponeso, aunque trabajó casi siempre en Atenas. Se le atribuyen más de cuarenta obras.
Supo dar a sus obras un ritmo contenido y delicado, evitando las líneas duras: formas redondeadas, postura indolente, sensual abandono, optimista melancolía..., su arte posee a veces tal fuerza de sentimiento que impregna sus obras de nostalgia y de quietismo contemplativo. Introduce un dinamismo del que las estatuas de Policleto carecían
"Para ello cambia la disposición de la figura, que ahora se apoya intensamente en una de las piernas, y coloca el brazo sobre un objeto a su izquierda, bien sea un árbol, como en el Apolo sauróctono, o un pedestal , como en Hermes. Simultáneamente introduce un movimiento de atrás hacia delante, con un ligero juego de las piernas y una leve inclinación del tronco, con lo que toda la figura parece apoyarse en un casi imperceptible balanceo que elimina cualquier riesgo de rigidez o excesivo aplomo. Semejante disposición corporal tiene siempre unos motivos claros, no es caprichosa: mirar a algo o a alguien -el lagarto que corre por el tronco, el niño Dionisos que reposa sobre el brazo...-, de tal manera que la acción de la figura se encierra en un esquema narrativo autosuficiente, como si nada tuviera que ver con el espectador. La concepción escultórica ha cambiado de modo sustancial. La presencia ha dejado de ser el todo y el escultor se sirve ahora de una pequeña anécdota que reclama, en su temporalidad, nuestra atención. Y aunque la figura no responda a realidad empírica alguna -en las figuras de Praxíteles tampoco encontramos nada parecido a lo que cotidianamente percibimos o podemos percibir-, sí es posible rastrear su recuerdo, lo que quizá fuera la clave del enorme éxito del escultor."
La ternura y la intimidad de su obra representan un alejamiento de la idealización del clasicismo hacia un arte más preocupado por la emoción humana. Con Praxíteles se revitalizó la producción de obras en mármol, material eclipsado por el bronce durante un tiempo.
El rostro y el torso de Hermes se muestran con un perfecto pulido, casi brillante «al que han contribuido», comenta haciendo broma John Boardman, «generaciones de limpiadoras del templo».Sin embargo, en la espalda tiene las marcas de los golpes de raspa y del cincel y en el resto de la escultura sólo está pulida de manera parcial.
Pie griego, así llamado porque se observa en las estatuas griegas de la época clásica. El segundo dedo es el más largo, después el dedo gordo, el tercero prácticamente mide lo mismo que el segundo, y el cuarto y el quinto son más pequeños. Es considerado el tipo de pie más escaso.