Este bronce de 1,70 mts. de alto de Juan de Bolonia es una de las más bella manifestaciones del manierismo escultórico. Mercurio, uno de los doce dioses del Olimpo y mensajero de ellos, se reconoce gracias a sus tributos: los pies alados, el petaso (pequeño sombrero con alas) y el caduceo, especie de bastón mágico con serpientes y alas, que tiene el poder de producir sueño y de traer la concordia. El pie de la figura reposa sobre la cabeza de un Viento. Con un gracioso movimiento, abre ostentosamente sus líneas, como queriendo proclamar la hermosura y esbeltez de sus miembros. Abre las puertas al movimiento que dominará en el barroco, aunque aquí la falta dinámica a la figura, que queda anclada en el suelo, en una actitud de danza. Además, más que hacer gala de su fuerza física, que sería algo barroco, tiende a la elegancia curvilínea, algo manierista. Más tarde, los barrocos darán a esta línea abierta una justificación naturalista, como consecuencia de un movimiento pasional.