El área cultural del Próximo Oriente tuvo un núcleo central en torno
a Mesopotamia (entre los
ríos Tigris y Eúfrates). Encrucijada entre dos caminos, estuvo habitada
desde mediados del
cuarto milenio a.C. por diversos pueblos organizados en ciudades-estado
que rivalizaban
entre sí. Los sumerios, aunque no son los primeros pobladores de esta
región, sí nos han
dejado la primera y más antigua civilización del mundo. Mesopotamia hoy
no existe, en esa
zona está asentada actualmente Irak. Su radio de acción se extenderá a
través de Elam (Susa)
hasta el Asia Anterior, donde pueblos indoeuropeos (medos y persas)
llegarán en torno al
siglo IX a.C.; aquí constituirán Persia. Conquistarán y asimilarán al
cultura mesopotámica y
la darán nuevo empuje artístico. De esta manera, sumerios, acadios,
asirios, babilonios y persas serán algunas de estas primeras civilizaciones históricas que, junto con Egipto, nos legaron su
excepcional legado artístico.
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Los primeros templos
sumerios (los sumerios los denominaban
eanna o "casa del cielo") no eran más que recintos abiertos a los fieles por
diversas entradas, con una pequeña capilla que era propiamente el lugar sagrado.
El templo blanco de Uruk
(así llamado por las paredes encaladas del santuario) cambia este concepto. El
templo ya no es el lugar que acoge a los fieles, sino el espacio concebido como
punto de unión con el empíreo. Se forma una montaña monumental sobre la que se
alza y una escalinata que permite alcanzar la cima. Esta tipología (zigurat) del
templo blanco de Uruk dedicado
dedicado al dios del cielo Anu alcanzó la mayor de las resonancias en la
historia mesopotámica, si bien no llegó a convertirse en construcción
imprescindible hasta finales del III milenio. |
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La base estructural del palacio era la vivienda, y su
módulo se iba repitiendo a torno a amplios patios de tal manera que no se puede
pensar en una idea previa de conjunto arquitectónico, sino que éste resulta de
la adición de las diversas partes. En Nínive
también se conservan restos del palacio, en el que se han hallado numerosos
relieves de
cacerías y batallas de Assurbanipal (669-627 a.C.).
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El palacio de Persépolis es un gran conjunto debido a Darío I (522-485 a.C.) y sus sucesores. Es una ciudad palaciega de forma cuadrangular. Adopta elementos de tradición asiria y del cercano palacio de Pasargada, levantado por Ciro II (559-530 a.C.). Siguiendo con la tradición hispóstila utilizada en Pasargada, es característica de esta arquitectura la "sala de las cien columnas" o apadana, que Darío mandó construir. Utiliza la piedra en la mayor parte del conjunto; usa altas columnas rematadas con capitel provisto de dos prótomos de toro, sobre los que descansan las vigas de las cubiertas adinteladas. Los elementos características de este espacio monumental pueden resumirse en la adopción de sistemas decorativos de raíz mesopotámica; los lamasu o toros alados androcéfaleos y los relieves para la decoración mural, deudores del arte glíptico. La construcción de las edificaciones de Persépolis y de Susa no fue obra exclusiva de los persas, sino que en ellos participaban los pueblos sometidos, que contribuían con su participación forzada o voluntaria y con materiales. Fuera de los palacios, apenas queda nada de la
arquitectura persa; sólo unos pocos ejemplares de construcciones funerarias,
lejos del esplendor y magnificencia de los palacios. La
tumba de Ciro, en Pasargada, no es
más que un recinto sepulcral rectangular. Los sucesores de Ciro tallaron sus
tumbas en las rocas de Naqs-i
Rustam, intentando imitar los hipogeos egipcios, pero reduciendo a lo
fundamental el espacio interior (vestíbulo y sala sin decoración), y
enriqueciendo el exterior de la pared rocosa con monumentales relieves. |
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