El animal, que en contadas ocasiones adoptaba el modelo real (león), mostraba su hibridez (toro androcéfalo alado, león alado con cabeza humana, más raramente león-centauro) de manera rotunda. Su altura doblaba la del ser humano; su anatomía se resumía en concreciones muy significativas; el pelaje, el cabello, las plumas adquirían un tratamiento minucioso y decorativo, acentuado por detalles poco habituales incluso en las estatuas reales (cenefas de rosetas, brazaletes, cinturones). Estos lamassu de Jorsabad cierran la historia de la escultura exenta mesopotámica. |