Retrato ecuestre de Napoleón pasando el puerto alpino del Gran San Bernardo camino de Italia. El emperador emula a Aníbal y Carlomagno en el paso de los Alpes. Esta obra fue encargada el 20 de agosto de 1800 por Ignacio Múzquiz, embajador español en París de Carlos IV, dado que el rey quería "colocar el retrato en el salón de los grandes capitanes del Palacio Real de Madrid". El Secretario de Estado, Maniano Luis de Urquijo, advierte por carta al diplomático: "gratifique bien al pintor. Así tendremos una cosa de ese célebre Artista (David) y complaceremos a ese Ydolo (Napoleón)". El 10 de enero de 1801 el cuadro estaba terminado, importando  su factura 24.750 francos. En 1813, cuando José Bonaparte es expulsado de España, se lleva el retrato a Francia.