La segunda serie se inicia en 1776 con "La merienda a orillas del Manzanares", para el comedor de los Príncipes de Asturias en el Palacio de El Pardo. Al parecer, se inspira en un sainete de Ramón de la Cruz y es el primero de diez lienzos sobre las costumbres del pueblo de Madrid, con marcado carácter popular. La serie posee una fuerza descriptiva, con alegres composiciones y gran sentido decorativo. Hay soltura en la elaboración, calidad compositiva y las figuras y su movimiento reflejan con fidelidad el realismo popular y la espontaneidad de las escenas.

Merienda a orilla del Manzanares
La segunda serie se inicia en 1776 con "La merienda a orillas del Manzanares", para el comedor de los Príncipes de Asturias en el Palacio de El Pardo. Al parecer, se inspira en un sainete de Ramón de la Cruz y es el primero de diez lienzos sobre las costumbres del pueblo de Madrid, con marcado carácter popular. La serie posee una fuerza descriptiva, con alegres composiciones y gran sentido decorativo. Hay soltura en la elaboración, calidad compositiva y las figuras y su movimiento reflejan con fidelidad el realismo popular y la espontaneidad de las escenas.
Baile a orillas del Manzanares

Tal vez este óleo (El quitasol), que a mediados de siglo va de la  Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara Tapices al Palacio Real de Madrid sea uno de los más conocidos y populares. Pertenece a la serie de cartones concebida para decorar el comedor de los príncipes de Asturias en el Palacio de El Pardo y se debió pintar entre el 3 de marzo y el 12 de agosto de 1777, según las fechas en que se hicieron las entregas de obras acabadas del artista a la Manufactura.
En la cuenta que presentó Goya a la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, fechada el mismo día de la entrega, pedía por El quitasol mil quinientos reales de vellón e indicaba: "representa una muchacha sentada en un ribazo, con un perrillo en el alda, a su lado un muchacho en pie aciendole sonbra con un quitasol".
Tanto en este cartón, como en El bebedor se advierte que Goya se libera del esquema compositivo que había seguido bajo la tutela de Bayeu y anuncia un nuevo tipo de organización de la imagen de conjunto que llevará a cabo en algunos cartones posteriores. El procedimiento consistía básicamente en situar las figuras del primer término dentro de un esquema piramidal; detrás, otras cortadas por un montículo, y, como fondo, un paisaje.
Prácticamente todos los investigadores que se han referido a Goya han hecho hincapié en El quitasol resaltando su belleza intrínseca y sus concomitancias con temas precedentes elaborados por otros autores de distintas escuelas, predominando la francesa. Se ha estudiado la obra en el contexto del rococó, y aunque el paisaje y la disposición de las figuras participan de esa corriente, existe un carácter realista del que carecen la mayoría de los cartones del momento y, desde luego, bastantes obras de la época. El empleo de la luz y la utilización del cromatismo también son distintos, así como el modo y manera en que la indumentaria se fija para marcar las diferencias sociales: el personaje masculino viste de majo, dentro del esquema tradicional de la época y la muchacha se atavía a la francesa, en términos de nivel aristocrático. También conviene recordar que hay una interpretación alegórica que rebasa el simple tema galante para entrar en el amplio mundo de la coquetería y la vanidad femeninas en contraposición al joven que acompaña, tratado en calidad de comparsa y no en concepto de pareja.
Es un cartón, realizado al óleo, para tapiz que se encuentra en el Museo del Prado; mide 104 x 152 cms.

La maja y los embozados
El cacharrero
La cucaña El pelele