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Las
casas nobiliarias madrileñas del siglo XVIII construían palacetes en las
afueras de la ciudad, especialmente en la zona de la Moncloa. Uno de los
más importantes era el de la Duquesa de Alba, rival de la reina María
Luisa de Parma. Ante la fastuosidad de las fiestas que organizaba la de
Alba, la reina sintió celos y decidió construirse un palacio con el que
empequeñeciera a su eterna rival. Eligió unos terrenos cercanos a la
cuesta de los Areneros, camino de salida desde Madrid hacia El Pardo. Se
levantó el palacio de La Florida, del que en la actualidad no queda ningún
resto. Sólo encontramos la iglesia de San Antonio, levantada por el
arquitecto italiano Felipe Fontana entre 1790 y 1795. Se trata de una
construcción neoclásica de gran sencillez, formada por una planta de cruz
griega con un altar al fondo -al que se accede por un corto tramo de
escaleras- y dos estancias laterales adosadas que servían de portería y
sacristía. La iglesia está construida en granito y ladrillo, eliminando
elementos decorativos superfluos, coronada con una cúpula sobre pechinas
con linterna. En 1798 Jovellanos eligió a su amigo Goya para la decoración
del interior.
La ermita se dedicó al culto hasta el siglo XX, momento en el
que se decidió construir una réplica para evitar la desaparición
definitiva de los frescos debido al humo de las velas y la humedad del
entorno, cercano al río Manzanares. Pedro de Moya fue el arquitecto que
realizó el nuevo edificio dedicado al culto, siendo la iglesia original
destinada a museo y panteón de Goya ya que el pintor está enterrado allí
desde 1920. |
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La
ermita sería consagrada a San Antonio de Padua, pasando a denominarse San
Antonio de la Florida, considerándose uno de los lugares de romería más
importantes desde el siglo XIX, especialmente por parte de las
modistillas. Como Pintor de Cámara que era, Goya fue el encargado de
decorar el interior del templo. Entre agosto y diciembre de 1798 acudirá a
diario para trabajar en las pinturas al fresco de la cúpula, el altar, la
zona superior de paredes laterales y las pechinas. Recibió la colaboración
de su ayudante Asensio Juliá. El 20 de diciembre concluyó los trabajos,
inaugurándose la capilla palatina el 12 de julio de 1799. |
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El tema
elegido para la cúpula central que preside el templo es un milagro de San
Antonio. Estando el santo en Padua, recibió la noticia de que su padre
había sido acusado de asesinato en Lisboa. Convencido de su inocencia,
pidió permiso para ayudar a su padre y un ángel le trasladó milagrosamente
a la capital portuguesa. Intentó inútilmente convencer a los jueces de su
error, por lo que solicitó al gobernador que el fallecido fuese
desenterrado para ser interrogado. La noticia corrió como la pólvora por
la ciudad, concentrándose en el cementerio un buen número de paisanos para
contemplar el evento. San Antonio, en nombre de Jesucristo, pidió al
asesinado que declarase en voz alta y clara si su padre había participado
en su muerte, incorporándose el cadáver y proclamando la inocencia del
acusado. Este es el momento que Goya ha elegido, situando el milagro en
Madrid, al que asisten majas, chisperos, embozados y chulapas. San Antonio
es la figura vestida con hábito pardo situado sobre una roca y el
resucitado aparece siendo sujetado por uno de los enterradores. Tras él se
contempla a un hombre y a una mujer que se interpretan como los padres del
santo, de origen lisboeta |