Entre 1777 y 1778 diversos ilustrados manifestaron su preocupación por la falta de grabadores que reprodujeran las pinturas conservadas en las colecciones españolas, sobre todo en los Palacios Reales. Sería una buena manera de que se conociera la riqueza y el valor de nuestra pintura. Goya tomó la idea y comenzó a grabar una serie de láminas en las que copió algunas de las más importantes pinturas de Velázquez conservadas en Palacio. En 1778 realiza su primera serie de grabados: graba al aguafuerte dieciséis óleos de Velázquez. El estudio minucioso de pintor sevillano le produjo tanto impacto como las enseñanzas que había recibido con Luzán y Bayeu o con los pintores italianos durante su viaje de 1771-1772.

Goya pasó a grabado obras de Velázquez

Además, copió en tela algunos de sus retratos, como los de Esopo, Menipo o el excepcional del papa Inocencio X, uno de los mejores retratos de la Historia del Arte.