El origen de las catacumbas se encuentra en las minas de arena que habían perforado los romanos en el subsuelo de la ciudad para extraer materiales e construcción.  Catacumba se traduce literalmente por "agujero", y era una hondonada de la Vía Appia. Cerca estaba un cementerio subterráneo al que trasladaron provisionalmente los cuerpos de san Pedro y San Pablo en el siglo III. Más tarde se designó, por extensión, con la palabra catacumba a todos los hipogeos funerarios excavados extramuros de Roma. Así surgen las catacumbas de Priscila, Lucila, Domitila, Calixto, etc.