Valltorta: cacería
Ciervos y guerreros de Valltorta
El naturalismo se abandona en favor de un esquematismo galopante, que reducirá el cuerpo humano a formas geométricas. El artista parietal debió de estimar que la distorsión era el método idóneo para expresar el vigor físico, la velocidad en la carrera y la destreza en el manejo del arco. El anónimo pintor ha querido inmortalizar una de las técnicas de caza del hombre primitivo: el ojeo. Una manada de ciervos, acosada previamente, se precipita al llano, donde le esperan cuatro arqueros apostados.
Cueva del Civil, Valltorta (Castellón)

Las pinturas del levante peninsular son muy distintas de las del arte franco-cantábrico. No se trata de la representación de ningún animal que de lugar a determinadas ceremonias mágicas, sino que son, sencillamente, evocaciones de páginas vividas, recuerdos, narraciones para disfrutar o explicar, aunque no se pueda descartar la posibilidad de que en un determinado momento hayan tenido un cierto sentido religioso, pero en cualquier caso muy indirecto.
Son escenas de la vida ordinaria y, por lo tanto, tienen una gran importancia para comprender el nivel y las características económicas de quienes las pintaron. En general, predominan las escenas colectivas o individuales de caza, y los animales que en ellas aparecen son los que protagonizaban la vida diaria de los hombres y mujeres de aquella época: cabras, ciervos, jabalíes y, en menor cantidad, lobos, zorras y pájaros. También podemos encontrar escenas de danzas, recolección de la miel...
Técnicamente son pinturas sencillas en las que predomina el sistema de la tinta plana más que el contorno lineal. El color utilizado es el rojo oscuro vinoso, aunque hay toda una gamma de rojos, desde los más oscuros hasta los más claros. Es frecuente el uso del color negro, y casi nunca el blanco. El espesor del colorante es el que da en realidad el tono.
El grado de realismo también varía; en unas podemos identificar los animales dibujados, e incluso apreciar la edad de los machos por los detalles de los cuernos; en otras, la estilización introduce serias dudas sobre su identificación.
La gran novedad de las pinturas rupestres levantinas es la plena aparición de la figura humana. Ya sea en la lucha, en la danza, en la caza o en la recolección, el protagonista es siempre la figura humana. Los hombres se plasman desnudos de cuerpo, con los cabellos largos, a veces singularizados con plumas, arco y flechas, con las piernas vendadas y con colgantes con borlas. Las mujeres, desnudas de medio cuerpo, con la cintura delgada y ceñida, y con faldas largas hasta la rodilla y acampanadas. El arquero es la figura más representada. aparece a la espera o corriendo, con las piernas abiertas para evocar la rapidez. El arco es sencillo o doble, y las flechas, con punta y guías de pluma. Cuando no dispara lleva, en la misma mano que el arco, o en la otra, unas cuantas flechas.
 

Val del Charco del Agua Amarga, Alcañiz (Teruel)

 Val del Charco del Agua Amarga, Alcañiz. Escena con hombre disfrazado con una piel y plumas en la cabeza embestido por un ciervo (abajo). Arquero cazando una cabrita arriba.