El alma de esta cruz es de madera recubierta de planchas de oro con
incrustaciones de camafeos y piedras preciosas. Lleva la siguiente
dedicatoria: "Permanezca esto que ha sido realizado con dulzura: / lo
ofrece Alfonso [II el Casto], siervo humilde de Dios. / Si alguien
pretendiera llevarme / fuera de donde mi voluntad me había colocado
libremente / perezca por el rayo divino. / Se hizo esta obra perfecta en
[el año 808]. / Con este signo se ampara el pío. / Con este signo se
vence al enemigo". La tradición adjudica su factura a los ángeles, de ahí su nombre. Helmut Schlunk ha desmitificado esta leyenda al comprobar sus analogías con trabajos italianos contemporáneos y la atribuye a orfebres ambulantes de esta nacionalidad, que el pueblo identificó ingenuamente con "ángeles peregrinos". |
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La Cruz de los Ángeles, que Alfonso II mandó hacer en 808 para la catedral de Oviedo, con una amenazante inscripción: "Quienquiera que osase quitármela de donde mi libre voluntad la donare, sea fulminado por el rayo divino". Es un relicario en forma de cruz griega, que recuerda prototipos hispanovisigodos o carolingios, con un disco en el centro; el alma de madera va chapada en oro y engastada en pedrería. Según la leyenda, esta cruz habría sido obra de do ángeles que, disfrazados de peregrinos y luego desaparecidos, la habrían construido para el rey Alfonso II, que la donó a la catedral. Se convirtió en el emblema por excelencia de la monarquía asturiana. |