Recaredo utilizó la corona, el cetro y el trono como símbolos del poder. Asimismo, inició la costumbre de fabricar una réplica de la corona para ofrecerla como exvoto a un santuario de su devoción. Estas coronas votivas, que se colgaban delante del altar, son piezas de oro, con piedras semipreciosas embutidas, cadenas de suspensión y el nombre del titular en letras individuales.  Los orfebres visigodos aquilataron en estas piezas suntuarias todo los conocimientos que venían desplegando en la factura de broches, armas y arreos de caballos.

Esta obra fue descubierta en 1848 en la localidad toledana de Fuente de Guarrazar. Formaba parte de un tesoro que debió esconderse ante la invasión musulmana. Las letras colgantes forman la inscripción: Recesvinthus Rex Offeret.