En esta iglesia de Santa María de Quintanilla de las Viñas nos
encontramos con una pequeña parte (la cabecera de la iglesia, formada por
el ábside y el crucero) de lo que debió ser un monasterio de época
visigótica, construido quizás a finales del siglo VII.
Cuando San Isidoro se refiere en las Etimologías (19,9) a las partes
que hay que considerar en los edificios, nos dice que son tres: dispositio
(planta), constructio (alzado), venustas (ornamentación). Apliquémoslo a
Santa María. En conjunto se nos muestra la iglesia con una planta
basilical de tres naves. Se conserva la cabecera que consiste en un ábside
recto, tanto en el exterior como en el interior, de planta cuadrada,
precedido de un crucero formado aproximadamente por tres módulos de la
planta del ábside. Dos habitaciones cuadrangulares prolongaban el crucero.
Parece huirse del espacio diáfano, buscando ambientes compartimentados que
aumenten la impresión de misterium sagrado; la diferencia en sus alturas
-naves, presbiterio, crucero, cámaras laterales- aumenta esta sensación, y
en el exterior marca limpiamente volúmenes muy sencillos.
La estructura sustentante está formada por sólidos muros de sillares
bien escuadrados, siguiendo la tradición constructiva romana. Conservan
gran regularidad en la altura de las hiladas, pero no en la longitud ya
que algún sillar está puesto a través. Los muros no tienen contrafuertes,
los arcos son de herradura y el ábside quizás estuviera cubierto con
bóveda de cuatro puntos, los tramos laterales del crucero quizás tenían
bóvedas de cañón y las naves laterales bóvedas de arista. El centro del
crucero sugiere la existencia de un cimborrio.
Subrayamos la existencia del crucero que contribuye a dotar de amplitud
la cabecera. La presencia del crucero debe entenderse en función de las
necesidades litúrgicas: a medida que se desarrolla el ritual a realizar
delante del ábside, con un cierto distanciamiento de los fieles, se impone
la conveniencia de acentuar un espacio intermedio, el crucero. Las
disposiciones litúrgicas reservan el lugar de la cabecera para la comunión
de los clérigos, prohibiendo la entrada de los seglares al santuario.
Parece, pues, que la necesidad litúrgica de separar los fieles del clero
es lo que determina la existencia del crucero. También las dos
habitaciones del extremo del crucero tienen una funcionalidad litúrgica:
el "secretarium" es el lugar de reuniones religiosas, al que las mujeres
no podían entrar, y el preparatorium era la sacristía donde se guardaban
los ornamentos y objetos de culto.
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Dado lo fragmentario de la iglesia,
desconocemos si poseía oro, mármol o pinturas en la ornamentación; sí que
posee, en cambio, una rica decoración escultórica. Tallada en los propios
elementos arquitectónicos (muros, arcos, capiteles), se trata de
bajorrelieves realizados con una talla muy plana, biselada en los
contornos de las representaciones, con un esquematismo y sencillez
compositiva típicos de las manifestaciones provinciales del arte romano
bajo imperial. Los relieves se encuentran distribuidos en tres frisos que
recorren el exterior de la cabecera, en el arco que da acceso al ábside y
en distintos fragmentos aislados. El friso inferior consiste en una
sucesión de róleos formados por un par de zarcillos de viña entrelazados,
cuya ondulación se combina con sus propios tallos para determinar el marco
circular que muestra racimos o hojas en alternancia irregular. Es el friso
ejecutado con mayor naturalismo. El friso intermedio se organiza mediante
una sucesión de círculos tangentes formados por una soga ondulada continua
que se entrecruza. En el interior de los círculos, aves y racimos se
alternan sin orden aparente. En el muro central se cambian dichos motivos
naturalistas por representaciones más abstractas, organizándose siete
círculos a cada lado de la ventana central. El friso superior tiene una
composición idéntica al precedente, pero en los círculos se incluyen
animales fantásticos, un toro, gacelas...
El estilo de estos dos frisos superiores, al igual que su temática,
parece más seco y rígido que el primero, denotando sin duda coincidencias
y probablemente influencias del arte sasánida y, en general, bizantino,
cuyos motivos decorativos eran conocidos a través de telas y miniaturas.
En el arco del ábside encontramos unos relieves similares a los del friso
inferior. Sobre las columnas que sostienen el arco hay dos bloques que
hacen de capiteles; uno tiene un relieve antropomórfico con el sol y el
otro con la luna. En otros dos bloques encontramos dos ángeles acompañando
una figura central coronada y con una cruz en la mano derecha, y otra
figura, quizás femenina, sin ningún objeto ni atributo. Talla a bisel,
fondo plano, elementalidad, ingenuidad en las formas, sequedad en la
factura, son propios de un avanzado momento hispanovisigodo y de
una probable inspiración en miniaturas y orfebrería. |