Fachada oeste |
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La portada del lado occidental, que se considera la
principal entrada del Palacio, es de orden dórico, con cuatro grupos de
columnas dobles estriadas, cuyas basas y capiteles están preciosamente
adornados. Entre las columnas se abren tres puertas: la central, de gran
tamaño, sirve de apoyo a la estatua de una mujer que sostiene una
granada simbólica en una de sus manos y extiende la otra en ademán de
señalar, como haciendo al Emperador la ofrenda del palacio. Las otras
dos puertas son más pequeñas y están adornadas con grupos de frutas en
ménsulas y con medallas en sus tímpanos. Sobre estas portadas aparecen
medallones enmarcados en piedra serpentina. |
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Fachada sur |
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La del mediodía (mirando a la Torre de la Justicia)
tiene el cuerpo inferior jónico; los pedestales que se prolongan a los
lados para sostener dos leones tendidos tienen en sus netos
bajo-relieves con trofeos guerreros, romanos, árabes, turcos y
cristianos; la puerta tiene una cornisa y frontón con un relieve de la
Abundancia en su tímpano y, sobre él, figuras aladas de la Fama y la
Victoria ofreciendo coronas al vencedor y acompañadas de geniecillos. El
segundo cuerpo de esta portada es corintio, y sus dobles columnas se
apoyan en pedestales con relieves que forman una balconada. |
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El
4 de junio de 1526, el emperador Carlos V llega a Granada en viaje de
novios y, hechizado por la magia de los palacios nazaríes, decide
construir un alcázar en la Alhambra. La realización corre a cargo de
Pedro Machuca, pintor y retablista toledano, que demostrará en este
edificio -el único que firmó en su vida- ser un espléndido arquitecto.
El edificio se distribuye al exterior en dos pisos, almohadillándose a
la rústica la planta baja y acotándose la superior con pilastras de
orden jónico, siguiendo las formulaciones impuestas por la cultura
arquitectónica romana. En el frente occidental y meridional se
manifiestan sendas portadas triunfales, donde se alegorizan las gestas
militares del emperador Carlos V que, paradójicamente, nunca llegó a
habitar esta casa. Su financiación corrió a cuenta de los moriscos
granadinos que debían aportar rentas anuales a cambio de poder mantener
sus costumbres. |
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