De la misma manera que pasó en Italia en el XV, la ostentación pública del prestigio encuentra en el palacio renacentista su máxima expresión. Será el emblema del éxito militar, político, social y cultural de reyes, príncipes y nobles. La tipología cambia notablemente pues se aleja del castillo fortaleza medieval. Abierto a la ciudad, se muestra a ella en todo su esplendor. Fastuosas torres, que ya no son defensivas, con amplias ventanas. En la parte superior, un majestuoso mirador-paseador. La élite utiliza el arte para elevarse socialmente y dar una imagen de poderío y sofisticación. Pero la ciudad también se magnifica con esta nueva imagen. [Litografía de Michel-Charles Fichot (1817-1903) realizada en 1844]
Don Alonso de Acevedo y Zúñiga, III Conde de Monterrey, mandó construir en 1539 este palacio según los planos de Rodrigo Gil de Ontañón y Fray Martín de Santiago. Con estilo de fortificación o torre militar, es sin duda el principal exponente de arquitectura civil española del Siglo de Oro y el palacio más significativo de toda la arquitectura civil española del renacimiento. La fachada, dotada de gran cantidad de ventanas adinteladas, está en las dos primeras plantas realizada en mampostería simple, contrastando con el friso superior ricamente engalanado con una galería de arcos carpaneles de estilo renacentista rematada en trabajados medallones. El mirador, o loggia, introducido en España por Rodrigo Gil y hoy cerrado con ventanas; era el paseador de las jujeres que ya no estaban recluidas en salones.
Se pensó hacer un edificio de planta cuadrangular, con torres en las esquinas y un gran patio central. El tipo de palacio español. Pero sólo se construirá una de sus alas, la del lado sur. Esto fue debido a la falta de dinero en uno de los casos y a pleitos con los terrenos colindantes en otro, lo que hizo que se quedara en el edificio que hoy conocemos. Consta de tres pisos y dos de las torres proyectadas, cada una de ellas rubricada con un mirador o balconada. Así queda hoy día.

Los escudos situados en las esquinas declaran un afán de ostentación pero, todos, independientemente de su ubicación, hablan del linaje de la familia y, a la vez, de los inagotables recursos de Rodrigo Gil, pues no repite ningún diseño. En las esquinas, leones y animales oníricos sostienen escudos con las armas de los Zúñiga, Acevedo, Ulloa y Fonseca.
Escudo de la familia BIEDMA, esquinado y pendiente de anilla y cabeza de león, es tenido por dos Leones rampantes con sus patas delanteras. Los cuartos traseros se alteran hacia lo quimérico.

Escudo de la familia ACEVEDO, en la esquina de la torre. Es tenido por dos grifos monstruosos alados y pende de una argolla de la boca de un león, tema que también se ve en la casa de las Conchas y que es muy habitual en el plateresco. 

La obra culmina con unas  cresterías afiligranadas de estilo plateresco impuestas en la obra por decisión de Rodrigo Gil. Adornadas con medallones y blasones, aquí se muestra su fantasía. Vuela, crea y, entre candeleros con llamas, decorados con niños, máscaras y querubines, aparecen entrelazados aves, gigantes y motivos vegetales en una danza. El grutesco se libera del muro. Y sobre ellas, se alzan las asombrosas chimeneas, exclusivas en España. Jamás este elemento gozó de tan primorosa decoración y preeminencia; auténticas obras de arte por sí mismas.