Esta iglesia es el único edificio religioso que Alberti diseñó en su totalidad. Tanto la planta como la distribución de la fachada tendrán amplia difusión en el Renacimiento y Barroco. La voluntad de introducir elementos de la antigüedad queda patente en la fachada, concebida como un arco de triunfo y apeada sobre un podio, al igual que los templos romanos. Armonizó las proporciones de la colosal portada, simultaneando el orden gigante en las pilastras de las calles laterales con el orden normal en las pilastras del arco principal. Dotó al templo de una nave única, rompiendo con la fórmula basilical de tres naves que imperaba desde la época paleocristiana.