La biblioteca Laurenciana o biblioteca Medicea Laurenciana  es una de las bibliotecas más importantes de Florencia y de toda Italia por conservar aproximadamente 11.000 manuscritos. En 1519 Julio de Medicis, que posteriormente se convertirá en el Papa Clemente VII, decide financiar una biblioteca que permitiese albergar el rico patrimonio literario de la familia, ésta se situará en una de las salas del claustro de la basílica familiar de San Lorenzo, obra de Brunelleschi (de ahí el nombre de Laurenciana, en cambio Medicea es debido a sus promotores). En la planta, el nº 4 (letra A) señala el vestíbulo en el que Miguel Ángel hará la puerta de entrada a la biblioteca (nº 5, letra B).
Durante la década de 1520, Miguel Ángel diseñó de la biblioteca Laurenciana la sala de lectura y vestíbulo con la escalinata de acceso, anexa a la citada iglesia, aunque los trabajos no finalizaron hasta varias décadas después y ya no bajo la dirección del maestro toscano. Se encuentró con una estructura preestablecida con la que tenía que contar.
El vestíbulo de acceso a la biblioteca es un espacio cuadrado de dimensiones reducidas pero con gran altura, dando lugar a un ambiente alto y estrecho donde las paredes se presentan ricamente ornamentadas, tratadas como si fuesen fachadas externas. Los elementos arquitectónicos vienen utilizados por su valor plástico, como una gran escultura, donde en su parte más alta la decoración es aún más intensa, coincidiendo con las únicas entradas de luz de la estancia, inalcanzable para el espectador, aumentando así su sensación de angustia. Dentro de todo este escenario, el espacio en planta viene literalmente invadido por la escalera que nos lleva a la siguiente sala, la biblioteca.
La escalera proyectada por Miguel Ángel es la verdadera protagonista del vestíbulo de entrada ocupando casi dos tercios del espacio; es una escalera de tres tramos distintos que se encuentran en un pequeño descansillo para volver a arrancar unificados hasta la sala de lectura. En muchas ocasiones se ha hablado de que la escalera de la Biblioteca Laurenciana desciende de la Sala de lecturas como si de un inmenso mar de lava se tratara, y en efecto su estructura y plasticidad invitan al espectador al descenso o ascenso. Miguel Ángel consiguió en esta escalera la plasmación de las formas manieristas dentro del campo arquitectónico.
Es una realización arquitectónica donde se busca la sorpresa, la inquietud, el desconcierto y el desequilibrio. La secuencia de sensaciones contrapuestas aumenta, incrementando así los efectos sensoriales buscados por Miguel Ángel para cada ambiente: el espíritu de calma será mayor cuando previamente hemos sentido el efecto contrario. Además aquí el artista alcanza un nivel máximo de imaginación, virtuosismo, invención y novedad al utilizar de forma inteligente y creativa los elementos y estructuras clásicas de la arquitectura, considerándose esta obra uno de los inicios de la llamada arquitectura manierista.
Tras cruzar las escaleras aparece un largo y diáfano espacio rectangular articulado con pilastras entre las que se abren grandes ventanas que iluminan homogéneamente todo el ambiente, bajo las cuales se disponen los pupitres de lectura también diseñados por Miguel Ángel. Finalmente hemos llegado a la sala de lectura, un conjunto armónico de elementos que inspiran calma y tranquilidad invitándote sin reparos al estudio y la meditación. Sensación que viene reforzada gracias al intencionado contraste entre este espacio, pausado y ordenado y el del vestíbulo, tenso y comprimido