Carlos V aparece vestido a la romana, con peto y espaldar, dominando a un hombre derribado y encadenado, personificación del Furor; esta figura sujeta una tea encendida en la mano derecha. El Emperador blande una lanza con la derecha, y con la izquierda un alfanje (con la empuñadura en forma de cabeza de águila); ambas armas pueden ser desmontadas. La armadura puede separarse del cuerpo, mostrando a Carlos V desnudo a la manera de los héroes grecorromanos. La base de la escultura muestra diversos objetos alusivos a la guerra, como un escudo, un morrión, una coraza, y otros atributos (trompeta, tridente, un carcaj de flechas, una maza y un haz de lictor romano).
La obra presenta un notable detallismo y perfección técnica. Las estatuas conmemorativas con piezas desmontables fueron escasas durante el Renacimiento, debido a lo complejo de su construcción y montaje. Los rostros de los dos personajes presentan gran exactitud anatómica, mientras que los cuerpos desnudos (en el caso del Emperador pudiéndose cubrir) son más idealizados