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El sepulcro de
Julio II constaba de tres pisos distribuidos en estructura piramidal: la
base se adornaba con Victorias flanqueadas por esclavos, que, según
Vasari, personificaban las "provincias subyugadas por Su Santidad y
llevadas a la obediencia de la Iglesia Católica", y según Condivi,
aludían a las artes liberales; la planta intermedia contenía
relieves en sus frentes representando "los hechos de tan gran
Pontífice", y cuatro grandes imágenes en las esquinas: Mosiés,
san
Pablo, la Vida Activa y la Vida Contemplativa; finalmente, en el ático,
Julio II aparecía sentado en la silla gestatoria, sostenida por dos
ángeles: uno sonriendo, "como se estuviera contento de que el alma
del Papa hubiera sido recibida entre los justos"; y el otro
llorando, "como si estuviera dolido porque el mundo había sido
privado de un hombre semejante". |
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El programa
iconográfico escondía un sentido alegórico, de raíz neoplatónica, que
pretendía armonizar la fama temporal con la salvación eterna del Papa.
Pero la envidia de Bramante se opuso a la ejecución de este proyecto
inicial, y el panteón contemplará, entre 1505 y 1542, seis reformas,
acompañadas de disputas y reconciliaciones entre las partes: con Julio
II, primeramente; y después con sus herederos. Arriba
y abajo, dos imágenes del proyecto para la tumba. |
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El resultado
final no satisfizo a nadie. Se le colocó en San Pedro ad
Vincula, en vez del presbiterio de la basílica vaticana. De las 47
esculturas proyectadas sólo se realizaron ochos; los dos esclavos del
Louvre, los cuatro de la Academia de Florencia, la Victoria del Palazzo
Vecchio, también en Florencia, y el Moisés, que es la única que se
conserva en el mausoleo. Es comprensible que Miguel Ángel llamara
a este frustrante episodio, que se alargó durante cuarenta años, "la
tragedia de la sepultura". |