“A la derecha se sienta un hombre con largas orejas, casi como las de Midas, extendiendo su mano hacia Calumnia mientras ella todavía está a cierta distancia. Cerca de él, de un lado se encuentran dos mujeres – Ignorancia, creo, y Sospecha. Del otro lado, Calumnia, una mujer de una belleza que no tiene comparación, pero llena de pasión y energía; se acerca, con furia e ira, llevando en su mano izquierda una antorcha ardiente, y en su derecha a un joven que une sus manos hacia el cielo y pide a los dioses que atestigüen su inocencia. Ella es conducida por un hombre pálido y feo, con una mirada penetrante y que luce haber sufrido muchas enfermedades; él probablemente puede ser Envidia. Mas allá, encontramos dos mujeres que atienden a Calumnia, incitándola, vistiéndola y engañándola. De acuerdo a la interpretación que me han dado, una era Traición y otra Engaño. Las dos eran seguidas por una mujer vestida de luto, con ropas negras hechas jirones – Arrepentimiento, creo que era su nombre. Y por todos estos eventos, sollozaba y se avergonzaba porque Verdad se estaba acercando.”. Luciano de Samosata, De la Calumnia, 5

La descripción de Luciano de Samosata, nacido hacia el 120 d.C., de la pintura de Apeles, de gran fama después de los comentarios que sobre ellas hizo Alberti, era tan detallada que motivó a muchos pintores a que intentaran reconstruir la pintura para entonces perdida.

. ¿A cuántas firmes amistades has trocado, oh, Calumnia, en rabiosas enemistades con tu falsa, aunque eficaz, persuasión? Por tanto, para que mejor la conozcamos y para que no se nos imprima alguno de sus malos efetos, quiero mostrar en esta mi oración, como en pintura, qué cosa sea esta Calumnia, de qué proceda su linage y sus obras. Mas el que mejor la retrató de todos los que la han lineado, ansí en dibuxo como en escritos, y el que primero, fue Apeles, efesio; el cual -como quien presente la tenía viva-, acertó a sacar, con su gran sutileza y artificio, muy acertada su pintura, por haber sido él también acusado ante el rey Tolomeo de cómplice en la traición que un su capitán llamado Teodoro hizo en la ciudad de Tiro708, siendo gobernador de Fefol. 86v/a nicia, aunque ni Apeles había visto jamás a Tiro ni conocía quién fuese Teodoro,

 

 

Acordándose después Apeles de su pasado trabajo, tomó por satisfación y vengança de la Calumnia ponerla en dibuxo desta manera: A la mano derecha, le pintó un hombre de muy largas y abiertas orejas cuales -según fama- las del rey Midas; éste estaba alargando el braço, deseando que llegase ya la Calumnia que de lejos vía venir. A sus lados, dos mugercillas viejas que la una se llamaba Ignorancia y la otra Sospecha y delante de sí a la Calumnia, que es una dama de singular hermosura, haciendo dos mil ademanes con un semblante que pareze que se va abrasando en llamas, de rabiosa cólera e inexorable ira; en la mano izquierda, trae una hacha encendida con ánimo determinado de pegar fuego a cuanto topa; en la derecha, trae colgado por los cabellos a un mancebo, el cual, alçadas las manos al cielo, va llamando a dios por testigo. Acompáñala un escudero que la sirve de braçero, el rostro desfigurado, el color amarillo, la vista aguda y centelleando fuego, seco y magro y consumido, al talle de los que de larga enfermedad de ética están dolientes, tal que cualquiera que le viere, conocerá claramente ser la Envidia. Van acompañando a éste otras dos mugercillas que le guían, cubren y componen, las cuales son la Asechanza y la Mentira. Detrás de todos, va siguiendo una muger triste y llorosa, cubierta de luto, toda desarrapada, que se llama Penitencia o Pesar de lo hecho, la cual, como por fuerça, vuelve para atrás llorando a recibir a la Verdad que de lejos ve venir, de la cual oye mil oprobios y afrentas, no sin grande mengua y ignominia.

; “No debe confundirse con el gran pintor Apeles de Cos, contemporáneo de Alejandro y Tolomeo, hijo de Lago. Se trata de Apeles de Colofón, ciudadano de Éfeso” (Espinosa Alarcón, Luciano, (1981), p. 230).

 “Apolo, irritado con Midas, hizo que le creciesen a ambos lados de la cabeza un par de orejas de asno. […] Midas ocultó en lo posible sus molestas orejas bajo una tiara. Sólo su peluquero sabía el secreto, y le estaba prohibido, bajo pena de muerte, revelarlo a nadie” (Grim., s.v. Midas); “Midas auriculas asini” (Adag. Ch., (II, 1), 267).

 

hacha: vela grande de cera, compuesta de cuatro velas largas juntas y cubiertas de cera, gruesa, cuadrada y con cuatro pabilos; se diferencia de la antorcha en que ésta tiene las velas retorcidas” (Aut., s.v.).

 

 

Manuscrito que en la actualidad lleva el nº 55 del catálogo de manuscritos de la Biblioteca “Menéndez Pelayo” de Santander, con la signatura topográfica M-164; fue escrito en el siglo XVII (1617), como se advierte en la rúbrica inicial, por Joan de Aguilar Villaquirán, “natural de la Villa de Escalona”.

 

 

 

 

 

¿Qué podemos decir de estas tres jóvenes hermanas, a las que Hesíodo llamó Egle, Eufrosine y Talía? Los antiguos las representaban vestidas con ropajes holgados y transparentes, rostros sonrientes y manos entrelazadas.