Generalmente las calzadas eran trazadas por ingenieros militares, los cuales supervisaba su construcción. El uso de esclavos o prisioneros de guerra era frecuente, si bien en ocasiones eran los propios legionarios los que las realizaban. Para realizar una calzada se comenzaba por excavar una trinchera adaptada a las dimensiones que fuese a tener la vía. A lo largo de la calzada se hacían también canales de drenaje y pequeños desagües. Imágenes superiores: calzada romana en Bárcena Piede Concha (Cantabria).
La trinchera se rellenaba de arena y grandes piedras a modo de cimientos -statumen-. A continuación se echaba una capa de grava para formar una superficie compacta y dura -rudus-, se cubría con otra capa de árido fino -nucleus-, sobre la cual se instalaban las losas de piedra -summa dorsum- que conformaban el encachado atípico. El centro de la calzada estaba más alto para evitar que la lluvia inundase la vía.