Las
investigaciones de los arquitectos romanos sobre el espacio interior
culminan en una solución armoniosa e imponente en el Panteón, fundado por Agrippa y reconstruido por Adriano (126). Es el primer edificio en el que
aparece el moderno concepto de la arquitectura como arte creador de
espacios interiores. El Panteón crea un universo interior en donde el
pueblo se concentra para comulgar con los dioses, aislándose del cosmos
exterior. Es ya la expresión plástica de una nueva sensibilidad religiosa
que será la propia del cristianismo: no nos debe, pues, extrañar, que el
Panteón sea el único templo romano convertido hoy en iglesia cristiana. |
El interior del Panteón, amplio y ordenado, imponente por su serena grandiosidad, era realmente original. Su vitalidad está determinada por el amplio tambor cilíndrico y por la compleja estructura de soporte mediante arcos que abrazan la cúpula en su impulso sobre macizos pilares. Así, el vacío, hasta entonces pensado como elemento pasivo o negativo, asumió un valor positivo, de "presencia que actúa", debido a las perfectas correspondencias entre los diferentes elementos. Correspondencias mensurables (el diámetro es igual a la altura del edificio, su radio a la altura del cilindro), pero que también captamos como concordancias armónicas en otros aspectos, como en la correlación entre la línea curva de la planta y las infinitas curvas que forman la cúpula, o en los cinco círculos concéntricos de la cúpula, decorados con casetones, que suben hacia la única abertura -de nueve metros-, también redonda (que inunda de luz el edificio y proyecta sobre las paredes un círculo móvil de luz solar), dando la impresión de ligereza aérea. |
Esta habitación o aposento de todos los dioses, donde los
romanos quisieron centralizar la gran variedad de cultos de todo el
imperio, se muestra como una síntesis de cielo y tierra. Por esto consiste
en una planta circular cerrada por una cúpula. Si nos imaginamos completa
la esfera que determina la bóveda, tendremos un globo entero descansando
sobre la tierra. La esfera que descansa estáticamente sobre el cilindro
tiene un radio de 21,60 metros, que corresponde al radio del cilindro y
también a su altura. Sólo una cúpula podía cubrir el gran espacio central del Panteón sin necesitar soportes intermedios, Y en el siglo II, los romanos habían acumulado ya una experiencia considerable en la construcción de arcos, bóvedas y cúpulas. La cúpula del Panteón no necesita de piedra-clave porque está hecha de hormigón que, al endurecerse, se aguanta a sí misma. Utilizaron moldes de madera para dibujar los casetones de la cúpula, la cual esta construida con nervios y arcos de ladrillo, rellenos de hormigón (en ella se inspiró Brunelleschi para la cúpula del duomo de Florencia). Estos casetones, decorados con estucos actualmente perdidos, constituyen una gran contribución estética al aspecto de la cúpula, porque hacen aparente su esfericidad definiendo la curva y el retroceso mediante luces y sombras y una perspectiva aplicada sutilmente. Los casetones se van reduciendo de tamaño a medida que se acercan al centro, acentuando el efecto de perspectiva. Una cúpula lisa, aunque estuviese inundada de luz, como la del Panteón, parecería sencillamente plana, como lo muestra el aspecto indefinidamente uniforme de la parte central de la cúpula, donde no hay casetones que puedan proyectar sombras. |
En la imagen inferior, en la que se ve el exterior, se aprecian perfectamente los arcos embebidos en el muro. |
El Panteón romano, muy apreciado, fue objeto de numerosas representaciones. Como ejemplo, abajo un cuadro del veneciano Canaletto (1697-1768); y más abajo, un grabado del arquitecto y grabador Piranesi (1720-1778). En ambos casos se aprecian los dos campanarios realizados por Bernini y bautizados popularmente como orejas de burro. Fueron eliminados en 1893. |