Marco Aurelio gobernó el imperio entre 161 y 180. Era de carácter pacífico y partidario de la paz, con mucha afición por los temas filosóficos. Esta actitud fue interpretada por los bárbaros como signo de debilidad, por lo que no tardaron en promover un ataque. Los partos (en el actual Irán) fueron los primeros en poner a prueba a varios emperadores romanos, desde Nerón, a Adriano y a Trajano. Este fue el motivo por el que Marco Aurelio, un pacífico estadista, pasara la mayor parte de su gobierno en el campo de batalla. Los triunfos sobre ellos fueron celebrados en Roma por Lucio Vero y Marco Aurelio el 15 de agosto de 166, motivo que parece ser inspiró la realización del monumento ecuestre.
La escultura alcanza cerca de 3 metros de altura. Tiene un acabado sobredorado al fuego. Marco Aurelio aparece victorioso en alusión a las conquistas de sus campañas. Pero su figura no aparece representada como un príncipe coronado ni como un militar poderoso, sino como un hombre un tanto fatigado y como un filósofo estoico desilusionado que hace un gesto de paz. No lleva armas ni armadura y monta sin estribos, por no haber sido introducidos todavía en el mundo occidental. Viste una túnica corta, el paludamentum o capa roja de los generales, que se desliza por los lomos del caballo, y botas de patricio.
De las múltiples estatuas ecuestres de emperadores que se realizaron durante el Imperio Romano, solamente esta, que representa al emperador Marco Aurelio (121-180), ha llegado hasta nosotros. Se libró de la fundición para hacer armas o monedas durante la época pre-cristiana porque no mostraba ningún elemento militar, por lo que se creyó tradicionalmente que era un retrato de Constantino el Grande, el emperador que implantó el cristianismo como religión oficial del Imperio en el edicto de Milán (313).
Debajo de la pata levantada se encontraba un bárbaro caído que hoy no se conversa pero que sabemos que estaba por estar recogido en los Mirabilia Urbis Romae (guía medieval de 1140 de la ciudad de Roma) y en algunas representaciones en monedas de otras estatuas, donde la pata se apoya en un vencido.
Manifiesta un gesto elocuente, que más que adoptar una actitud de adlocutio (revista militar de tropas), parece aplacar los ánimos con su brazo extendido en un gesto de pacificación y clemencia. La obra transmite un mensaje de paz, propia de un personaje de pensamiento estoico.
El caballo está representado con un gran realismo y adquiere un extraordinario movimiento al tener la cabeza ligeramente ladeada.
Marco Aurelio en el Museo
Esta obra maestra se levantaba desde el siglo X frente al Palacio de Letrán de Roma, lugar donde se hallaba la casa natal del emperador, perteneciente a su abuelo M. Annio Vero, natural de Espejo (Córdoba) y tres veces cónsul. Allí permaneció hasta 1538, cuando fue trasladada y colocada por Miguel Ángel como motivo central de la remodelada Plaza del Capitolio de Roma, uno de sus mejores trabajos urbanísticos, diseñando para su colocación un nuevo pedestal que fue colocado ante el edificio del Ayuntamiento de Roma. (imagen superior)
Marco Aurelio
A raíz del atentado terrorista que sufrió el palacio del Capitolio, sede del Ayuntamiento de Roma, en 1979 y para evitar los males sufridos por la escultura debido a las inclemencias del tiempo, el bronce ecuestre original fue preservado en el interior del llamado Palacio de los Conservadores, de los Museos Capitolinos. Tras un proceso de consolidación y limpieza que duró nueve años, se colocó en la plaza en 1981, sobre el pedestal miguelangelesco, una réplica milimétrica. Como no podía ser de otra manera, esta operación tuvo muchos detractores por ser considerada la obra como un emblema de la ciudad.
Marco Aurelio

Muy influida por la filosofía estoica, la retratística de Marco Aurelio se caracteriza por seguir los modelos definidos por los dos predecesores y por la caracterización psicológica del retrato, desconocida hasta entonces en el mundo romano, y que marcará una nueva dirección en la escultura. No está representado como un príncipe coronado, ni como militar poderoso, sino más bien como hombre cansado y desilusionado filósofo estoico; de ahí su pelo y barba desgreñados y sus ojos casi cerrados.
Quizá sea en la Estatua ecuestre de Marco Aurelio donde con mayor claridad se aprecian los nuevos rasgos. Fundida en bronce, es una de las obras más preclaras de la escultura romana. Con el manto de soldado sobre la túnica corta -paludamentum: la capa roja de los generales- y botas de patricio, el brazo ligeramente extendido, la mirada directa, todo el movimiento pausado con la misma orientación, la majestuosidad del emperador se manifiesta en su máximo esplendor. El caballo levanta la pata derecha delantera pisoteando a un bárbaro caído que no nos ha llegado, pero que sabemos que existía por la descripción del monumento en los Mirabilia Urbis Romae, una guía medieval de la ciudad de Roma.
A diferencia de lo que luego harán los escultores renacentistas, el artista romano no falsifica la relación entre el jinete y la montura, no se trata de un gran caballo que, mirado desde abajo, maraville por su volumen o su corpulencia, por su empuje, sino todo lo contrario, las piernas de Marco Aurelio sobresalen por debajo del vientre de la montura, que no es desmesurada. Tampoco se ha introducido la tensión contenida habitual en este tipo de estatuas, se trata, exclusivamente, de poner ante nuestros ojos la presencia misma de Marco Aurelio, con todo el rigor que sea posible, con toda la nobleza, pero siempre con una nobleza humana y veraz. Esta caracterización anímica del retrato se mantendrá en épocas posteriores, dando lugar a un nuevo realismo -de tipo moral- aunque manteniendo una cierta idealización física. Su influencia llega hasta el Renacimiento como se pueda apreciar en Il Gattamelata de Donatello.