Poco después del descubrimiento en 1910 la fama de estas pinturas se extendió por todo el mundo, y terminaron por dar nombre a la vivienda. Dichas pinturas –un fresco copia de una obra griega más antigua– ocupan las paredes de un salón de seis por nueve metros, en las que descubrimos numerosas figuras femeninas en distintas actitudes. Desde su descubrimiento, los investigadores han interpretado la escena como una iniciación a los Misterios de Dionisio (Baco), uno de los cultos mistéricos de la antigüedad. Este sería, por tanto, el motivo de que la villa tenga ese nombre. Lo cierto es que resulta difícil no sentirse “atrapado” por el aire enigmático de dichas pinturas y hoy en día constituye uno de los principales atractivos de Pompeya a ojos de los turistas. Sin embargo, últimamente existe una polémica sobre el auténtico significado del fresco. Aunque la mayor parte de los estudiosos sigue opinando que las imágenes representan una iniciación a los Misterios, algunos autores, como Paul Veyne, se oponen a esa interpretación, y proponen otra hipótesis: las imágenes mostrarían la preparación de una joven ante su boda. |