Las siete colinas de Roma son una serie de promontorios que históricamente han formado el corazón de la ciudad de Roma. Situadas al este del río Tiber, este conjunto geográfico ha protagonizado numerosísimos pasajes literarios y son una referencia muchas veces repetida en la cultura popular. Las siete colinas de la Roma antigua eran:

. el monte Aventino (Collis Aventinus), (47 metros de alto).
. el Capitolino (Capitolinus, que tenía dos crestas: el Arx y el Capitolium), (50 metros de alto).
. el Celio (Caelius, cuya extensión oriental se llamaba Caeliolus), (50 metros de alto).
. el Esquilino (Esquilinus, que tenía tres cimas: el Cispius, el Fagutalis y el Oppius), (64 metros de alto).
. el monte Palatino (Collis Palatinus, cuyas tres cimas eran: el Cermalus o Germalus, el Palatium y el Velia), (51 metros de alto).
. el Quirinal (Quirinalis, que tenía tres picos: el Latiaris, el Mucialis o Sanqualis, y el Salutaris), (61 metros de alto).
. el Viminal (Viminalis), (60 metros de alto).
Políticamente, la historia de Roma antigua está marcada por tres períodos. Desde 753-509 a.C. la ciudad se amplió desde un pueblo a una ciudad gobernada por reyes. En el período desde 509-27 a.C. los Romanos expulsaron los reyes y establecieron la República Romana. Desde 27 a.C. a 476 d.C. Roma floreció como el Imperio Romano, alargando su dominio desde Inglaterra al África del Norte y del Océano Atlántico a Arabia.