Este magnífico Palacio de los Reyes de Navarra fue levantado en el último tercio del siglos XII. Esta obra románica es excepcional por cuanto que son excepcionales las obras civiles que hayan llegado hasta nosotros. La fachada este (imagen superior) es la más interesante por su decoración. Se advierte claramente que la edificación fue recrecida en fechas posteriores. La línea de canecillos e imposta delimitan a las claras su elevación. Por encima, muros de sillería y arcos en ladrillo al modo de las casonas señoriales de Aragón. La esquina noreste se elevó a modo de torre integrada en la edificación. En el ángulo noroeste, hay una torre adosada a la línea de fachada de poniente y alineada al muro norte también recrecida. La obra original se realizó con sillares perfectamente escuadrados acabados, que no muestran signos de cantería. El nivel inferior se compone a base de cuatro vanos de arco de medio punto que se alzan sobre pilastras rectas con sencilla imposta. Por fuera de las dovelas, un guardapolvo continuo decorado con línea incisa, las perfila. En el nivel superior por encima de la moldura descrita, abren cuatro galerías compuestas por otros tantos estrechos vanos cada una de ellas. Cada uno de ellos se compone de cinco columnillas que se alzan sobre basas áticas y rematan con capiteles decorados en los que apean pequeños arcos de medio punto dovelados, levemente apuntados. |