Carrión de los Condes (Palencia) aparece citada en el Libro V del Códice Calixtino, donde se lee: “… y Carrión, que es villa industriosa y muy buena y rica en pan, vino carne y en toda clase de productos….”.  A fines del siglo XI esta localidad, conocida indistintamente como Carrión o Santa María de Carrión, era uno de los núcleos de población más importantes del reino castellano-leonés y contaba con dos hospitales para peregrinos. La iglesia de Santiago era románica, pero en el XIX la explosión de un polvorín en su interior la destruyó. Se rehizo con los materiales que se pudieron utilizar a mediados del XIX. La fachada occidental, la que vemos, es la que sufrió menos desperfectos.

 

Lo que más destaca de esta fachada es el friso escultórico que la corona. Se trata de una de las obras más sobresalientes del final del románico en la península (fines del siglo XII).

Se compone de un Cristo Triunfante (Pantocrátor) rodeado de las representaciones simbólicas de los cuatro evangelistas (Tetramorfos). A ambos lados, y enmarcados por arquerías, se disponen las figuras de los apóstoles. La figura de Cristo constituye una de las representaciones de mayor interés del románico hispánico, debido a su lejanía de lo convencional, y a su proximidad con la escultura clásica. El análisis de los rasgos faciales, el tratamiento dado al cabello y a la barba, y el dominio de la disposición de los pliegues de la vestimenta subrayan el gran talento del escultor que realizó la obra. Destaca, asimismo, el volumen con que se dotó el conjunto de las figuras, rasgo éste muy presente en muchas de las grandes obras realizadas en el periodo de disolución del románico.