Tres eran los símbolos del peregrino a Compostela: el bordón o báculo, el morral y la vieira. El bordón o báculo, de eminente carácter práctico, es uno de los símbolos más significativos de aquellos que emprendían el camino hacia Compostela. Se trata de una vara larga, redondeada, y cuya longitud puede variar en función de las características del portador. En el extremo superior tiene un pomo redondeado que puede ser doble, mientras que en el inferior presenta una contera puntiaguda de hierro. Lo normal es que sobrepase el hombro o la cabeza del peregrino. El morral era un saco de piel para llevar pequeñas cantidades de alimento. Aunque la forma y el tamaño pueden variar, el tipo más habitual es rectangular, con una tapa cerrada por medio de una correa o de una simple hebilla. Podía estar ornamentado con conchas, tal como aparece en muchas representaciones de peregrinos. Se sabe que en la Edad Media los más apreciados eran los de piel de ciervo, que incluso eran vendidos en las inmediaciones de la catedral compostelana. La vieira se convirtió muy pronto en la insignia del peregrino compostelano. Su origen es antiguo y probablemente tenía la función de repeler influencias malignas. Los peregrinos solían coserlas a las capas, sombreros y escarcelas o bolsos y morrales. en el Códice Calixtino, donde por primera vez se intenta justificar el uso de este símbolo, se presenta como símbolo de la caridad. Se sabe que se vendían, como las escarcelas, en la catedral de Santiago de Compostela.

El morral, con una vieira cosida en el, se encuentra en la figura de Cristo del machón del monasterio de Santo Domingo de Silos en el que se representa a Jesús con los dos discípulos de Emaús (ver imagen).

La iconografía del apóstol Santiago tiene tres variantes a lo largo de la Historia del Arte. En la imagen que vemos está representado como está el santo magister, Esta imagen es un signo de la peregrinación jacobea y la síntesis del culto del apóstol en la basílica de Santiago. Está sentado majestuosamente y se potencia el carácter ritual de su geto. En otras ocasiones se le representa como santo peregrino. Se le ve vestido de peregrino, con todos sus atributos, y la venera indistintamente en el sombrero o sobre el pecho. La tercera manera de representarlo es como santo caballero. Se le representa montado en un caballo blanco y armado con una espada, a veces con los atributos de peregrino, otras como un soldado. Algunas veces el caballo pisotea a varios moros. Esta imagen hace referencia a la batalla de Clavijo.