La Virgen con el Niño es una de las formas escultóricas más representativas del románico. Partiendo de la concreción "imagen-relicario", vigente durante el siglo XI, muy pronto se pasa al concepto "Madre-Hijo" como exponente de una profunda veneración popular. En este proceso, las imágenes más primitivas se caracterizan por un frontalismo total: la posición hierática, los rostros inexpresivos y rígidos. Se trata de un arte donde el símbolo interno prevalece sobre cualquier tipo de expresividad y belleza exterior. En este concepto de Virgen-Trono, la Virgen aparece sentada con el Niño Jesús sentado en su regazo, mirando ambos al frente. No hay relación entre la madre y el hijo, algo que sería natural. Pero en el románico no se muestran los sentimientos. El hieratismo de ambas figuras, los pliegues geométricos y paralelos, los pies colgantes, etc. son otros tantos rasgos de la escultura románica. En la imagen, la Virgen Blanca de Tudela. |
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Talla policromada de la Virgen con el Niño, de Ger (Baja Cerdaña), Lérida. Es del siglo XII y se encuentra en el Museo de Arte de Cataluña. |
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Virgen con el Niño. Talla policromada del siglo XIII. Iglesia de Sant Martí (Alta Cerdaña) |
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Virgen con el Niño, talla policromada del siglo XII. Museo de Arte de Cataluña. |
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Virgen de Yesa (Navarra) |
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Virgen de las Navas, del siglo XII. Está en el monasterio de Santa María de Huerta (Soria). | ||
Catedral de León. Madera policromada. Siglo XIII. | Iglesia de San Miguel (Aguilar de Campóo). Madera policromada. Finales del XIII | Capilla de Santa Catalina de la catedral de Burgos. Madera policromada. Mediados del XIII. |
Virgen de la Vega, Catedral Vieja de Salamanca. Madera, bronces y esmalte. Finales del XII. | Catedral de Astorga. Madera chapada y policromada. Comienzos del XII. | |