Las pinturas, propiedad de los vecinos de Casillas, 23 frescos de San Baudelio, fueron adquiridos en 1922 por el anticuario León Levi en nombre del americano Gabriel Dereppe. Así se desarrolló una compraventa expoliadora de los frescos de San Baudelio que se llevara aquel judío, "perfil de maravedí", como canta Gerardo Diego, para acrecentar la colección Dereppe. La ignorancia de los copropietarios de la ermita y una normativa en materia de patrimonio histórico-cultural patética confluyeron en beneficio del marchante Levy, que ya se había llevado antes las pinturas románicas del ábside de la iglesia de San Esteban, en San Esteban de Gormaz. Para nada influyó que San Baudelio estuviera declarada Monumento Nacional desde el 24 de agosto de 1917, día de San Bartolomé. La sentencia del mismísimo Tribunal Supremo del 12 de febrero de 1925 daba la razón a los expoliadores y España se quedó sin esas increíbles imágenes de la "Capilla Sixtina" del mozárabe y románico castellano, como así la califica el escritor José Jiménez Lozano. En la parte superior vemos la pintura original arrancada; en la parte de abajo vemos la impronta que dejó la pintura en la pared, y que actualmente se puede contemplar en la ermita. Más abajo están otros ejemplos: guerrero, dromedario y oso.

En 1957 el gobierno español canjeó algunas de estas pinturas por el ábside (imagen inferior) de la iglesia románica de San Martín del pueblo segoviano de Fuentidueña, que hoy se conserva en el Metropolitam Museum de Nueva York. Las pinturas así adquiridas fueron depositadas en el Museo del Prado. Arriba, en la parte superior, Las tentaciones de Cristo. En la parte inferior, a la izquierda la curación del ciego y a la derecha la resurrección de Lázaro.