El interior de la iglesia es de una sola
nave. La iglesia está prácticamente exenta de decoración, por lo que
la mirada del visitante converge de inmediato en el ábside y en el
tramo que precede a este donde se encuentra el conjunto de pinturas
murales que datan, según el juicio de la mayoría de los autores que
las han estudiado de finales del siglo XII o principios del XIII. La
parte central del ábside, lo que se llama la cuenca absidal, la más
restaurada, está ocupada por una representación del Pantocrator
rodeado por una doble mandorla. En el interior de la segunda
mandorla, más ancha que la primera, se disponen los Veinticuatro
ancianos del Apocalipsis, tocados con coronas o bonetes y llevando
en sus manos redomas o instrumentos musicales. Están colocados por
parejas alrededor del Trono, disposición que no tiene precedentes
pictóricos ni escultóricos y que bien pudiera ser de influencia
francesa. La representación del Pantocrator sigue tradicional modelo
iconográfico. Cristo bendice con la mano derecha, teniendo cerrado
el libro de la Vida en su izquierda. Su amplia vestimenta acentuada
en rojo, destaca la impresión de majestad. Ocupando los cuatro
ángulos el Tetramorfos (los cuatro evangelistas con sus símbolos:
hombre, águila, león y toro). |