Con el paso del tiempo, las pinturas románicas quedaron escondidas detrás de retablos, encaladas o perdidas para siempre. A a principios del siglo XIX, con la voluntad de recuperación de la cultura catalana de la Renaixença, recobraron su importancia.

En 1904 el ábside central de san Clemente se encontraba cubierto en gran parte por un retablo gótico y parte de las pinturas estaban encaladas, tal como se aprecia en el fotografía realizada en 1904 por Domènech i Montaner.

En 1907 el Instituto de Estudios Catalanes llevó a cabo una expedición a San Clemente de Tahull. Y en 1915 se alertó sobre el interés en comprar pintura mural de los Pirineos catalanes que mostraban coleccionistas de Estados Unidos. Ya algunos párrocos de la zona habían vendido piezas a coleccionistas y museos. Ante esta situación, entre 1919 y 1923, se realizó la primera campaña de arranque y traslado de pintura mural de los Pirineos al Museo de Arte de Cataluña, hoy Museo Nacional de Arte de Cataluña, donde se encuentran actualmente. En la imagen, andamios preparados para arrancar los frescos.

Aunque se arrancaron algunas pinturas, otras siguieron en su primitiva ubicación. Lo marcado en ocre indica las zonas con pinturas que todavía permanecen en el lugar original.
Ante las numerosas visitas que recibía la iglesia desde el traslado de parte de sus pinturas al MNAC, se encargó en 1959 a Ramón Millet hacer una copia sobre yeso de las pinturas del ábside. Así se vio el ábside de Tahull, con la copia realizada, entre 1955 y 2013.

En la imagen, la iglesia tal como ha estado desde 1959 a 2013.

En 2013 se decidió quitar la copia de la pintura del ábside. Esta es la imagen que quedó tras la retirada.

Después de quitar la antigua copia se realizó un minucioso proceso de restauración que puso al descubierto restos de la pintura original que se habían conservado en las capas profundas de las paredes del ábside.

A partir de 2013 se ha realizado un mapeado (mapping), una de las últimas tecnologías audiovisuales aplicadas al arte. Se intenta, entre otras cosas,  captar la esencia histórica de las pinturas. Para eso se ha reproducido digitalmente la pintura, elemento por elemento, para realizar animaciones. La imagen proyectada encaja perfectamente con los restos originales presentes en la iglesia. Y una música sugerente anima a internarse en el siglo XII. Así se contemplaría la obra cuando fue pintada.