Edificio tal como fue proyectado, antes de la ampliación

El edificio tras la ampliación que mantiene la estructura original

En 1871 la ciudad norteamericana de Chicago sufrió un gran incendio. La reconstrucción de la ciudad, muy próspera entonces, se encontró con una gran demanda de construcción lo que originó una especulación urbanística del suelo. Hubo que buscar una arquitectura de altura para aligerar costes en la edificación. Aparece así un nuevo concepto en la arquitectura de aquellos años: el rascacielos, muchos pisos elevados sobre una planta reducida. Hoy el número de pisos nos parecería inapropiado para llamarlo rascacielos, pero en aquellos tiempos era todo un logro. Hablamos de edificaciones de entre 10 y 16 pisos de altura. Las obras fueron realizadas por lo que hoy llamamos “Escuela de Chicago”, pionera en la introducción de los nuevos materiales y técnicas para la construcción de grandes edificios. En este contexto se encuentra el hoy llamado Centro Sullivan, diseñado y realizado por Louis Sullivan a partir de 1899. Está levantado en una parte céntrica de la ciudad y se llamó Almacenes Carson, Pirie, Scott and Company, nombre de la empresa que los adquirió en 1904, cuando finalizaba la segunda parte de su construcción. El edificio tiene una planta levemente rectangular y da a dos calles para adaptarse a la parcelación de la zona. La fachada a cada calle es de diferente altura (nueve y doce pisos respectivamente). Los dos sectores están ensamblados por una esquina redondeada con columnas que contrasta con el predominio de la línea recta en los laterales. Dos son las ideas que nos interesan. Por un lado, se emplea una estructura de acero y hormigón para levantar el edificio, que no es visible, y que sirve para sostener el conjunto. Así se consiguen unos interiores diáfanos, amplios, sin más distorsiones que los pilares de soporte. Por otro lado, la idea que popularizó Sullivan, de la “la forma sigue a la función”, le llevó a realizar un ritmo de grandes ventanales apaisados y desprovistos de decoración en la mayoría de la fachada, excepto en el remate curvo del edificio, para que la luz natural llegara directamente al interior del edificio. Y aunque la máxima del estilo era que la belleza estaba en el edificio mismo, Sullivan completaba la obra con algunos detalles decorativos. Es el caso de los relieves de la puerta de entrada, realizada en hierro forjado, con motivos vegetales que recuerdan al Modernismo europeo. Para el remate de la cubierta y la esquina recurrió a las columnas que no rompen el equilibrio, y la decoración en terracota. Nos encontramos con un antecedente de tantos grandes almacenes actuales y, sobre todo, con los conceptos en los que años después se basaría la arquitectura racionalista.

Sullivan completaba la obra con algunos detalles decorativos. Es el caso de los relieves de la puerta de entrada (imagen superior), realizada en hierro forjado, con motivos vegetales que recuerdan al Modernismo europeo. Para el remate de la cubierta y la esquina recurrió a las columnas que no rompen el equilibrio, y la decoración en terracota (imagen inferior).
Vista de la ciudad de Chicago en 1898. Se puede apreciar la modernidad no sólo de los edificios sino del trazado de calles.