La segunda mitad del siglo XIX fue la gran época de la urbanística, hubo una gran experimentación técnico constructiva, se elevó el nivel de la edificación, especialmente de la británica, pero no el de la arquitectura; por tanto, no surgieron obras definidamente paradigmáticas. Para encontrar edificios que, aun en el ámbito del eclecticismo historicista, representen un salto hacia delante en la historia de la arquitectura, es necesario trasladarse a los Estados Unidos y, en particular, a Chicago.
Chicago se convierte a partir del 1871, después del pavoroso desastre de un fuego devastador que destruyó casi enteramente la ciudad (1831), en el centro comercial más importante de los Estados Unidos. En Chicago se centralizan los productos de la agricultura y la ganadería, se crean almacenes fabulosos, instituciones de crédito y de seguros, y nace el mercado del trigo.
La creciente necesidad de una arquitectura comercial hizo que cada vez se levantaran edificios de mayor altura, puesto que los que se construían eran inmediatamente ocupados. Entonces se adoptó el esqueleto de hierro que había impuesto Le Baron Jenney con su visión de ingeniería (el primer Leiter Buiding de 1879, edificio con seis alturas y planta baja, estructura interna en hierro fundido, pilastras de ladrillo y amplias aberturas, se considera como iniciador de la escuela de Chicago). El alto precio de los solares edificables fue la causa que determinó el nacimiento del rascacielos. La competencia fue, pues, el verdadero protagonista.
La contribución de Norteamérica al modernismo se debe básicamente a dos artistas: el arquitecto Louis Sullivan (1856-1924) y el decorador y artista del vidrio Louis Comfort Tiffany (1848-1933).
Sullivan debe ser considerado como el padre de la arquitectura americana. Por un lado, postuló la funcionalidad y claridad en las formas constructivas; por el otro, utilizó una ornamentación basada en fluidas y libres ondulaciones, muy próximas a las del Liberty europeo (dedicó sus mayores esfuerzos al "sistema decorativo"). En los almacenes para Carson, Pirie, Scott and Company (1889-1904) aparece una decoración tanto prolífica como recatada, unida siempre a lo plano. La teoría de Sullivan, según la cual la ornamentación debe crecer orgánicamente desde la construcción misma y expresar la estructura, sólo se cumple en la práctica en un sentido muy general.
" L. Sullivan (1856-1924) es una figura compleja, se siente atraído profundamente por la búsqueda de "estilo" que le apasionó durante sus años de estudio en Europa y, sin embargo, está convencido de la necesidad de una técnica moderna e innovadora. En el Auditorium de Chicago analiza, profundiza y refina el tema de las grandes arcadas de Richardson. Después afronta con decisión el tema de los grandes rascacielos como protagonistas de las ciudades financieras. Hasta aquel momento el rascacielos era prácticamente una superposición de pisos, un edificio normal multiplicado por diez o veinte con la consiguiente ruptura de todas las relaciones proporcionales. Sullivan desplaza la función portante de las paredes a las estructuras internas; las caras del bloque se convierten en simples diafragmas transparentes a los que la ornamentación modula y califica en la relación con la luz. El edificio se convierte en un organismo unitario, en una figura urbana, y no rompe la continuidad del espacio en el que está incluido. Sullivan es explícito; en los centros urbanos americanos, los espacios interiores son también espacios de la ciudad: el ir y venir de las gentes por las calles continúa en los amplios halls de los buildings, en el incesante subir y bajar de los ascensores, en los pasillos y en las oficinas. El edificio no interrumpe el movimiento de la ciudad, la arquitectura no detiene ni segrega la vida, sino que la filtra e intensifica." (Argan, G.C.)
   El Auditòrium fue en su tiempo y en América el edificio más complejo y más grandioso de todo el país. Para poder financiar mejor una sala de conciertos y un teatro de ópera se envolvió la sala propiamente dicha en un bloque de edificios cuya explotación permitía sufragar las necesidades financieras de aquél.