Las torres
Las torres diseñadas por Gaudí son 18. Decidió que doce de ellas fueran dedicadas a los Apóstoles, cuatro a los Evangelistas, una a María y otra a Jesús. Cada una de ellas tendrá diferente altura en función de la jerarquía religiosa que representa. Se puede subir hasta la parte superior de algunas para ver la ciudad desde lo alto y apreciar algunos detalles exteriores a escasa distancia.
Gaudí realizó complicados estudios de acústica en estos campanarios de perfil parabólico para lograr una perfecta sonoridad para las 60 campanas, comunes y tubulares, del Templo. Están abiertos longitudinalmente por medio de ventanas con viseras cuya inclinación esta graduada para permitir la difusión del sonido de las campanas a toda la ciudad e impedir la entrada del agua de la lluvia.

Son totalmente accesibles por medio de escaleras helicoidales que llegan hasta casi arriba de todo. Las centrales tienen una altura de 107 metros y las exteriores de 98 metros.
El árbol de la vida
El Árbol de la vida está ubicado en la parte superior media y en el centro de la Fachada de la Natividad, árbol que representa a la Iglesia acogiendo a los Feligreses, las palomas. El Ciprés es un árbol sagrado entre numerosos pueblos. Gracias a su longevidad, existen ejemplares de 1.000 años de edad, y a su verdor persistentes, se le llama el «Árbol de la Vida». El Árbol de la Vida se levanta sobre el grupo de la Eucaristía
El Ciprés simboliza la vida eterna por su resistente madera y sus hojas siempre verdes. En su follaje se resguardan a modo de símbolo de pureza, 21 Palomas que representan los fieles. El simbolismo del Ciprés y el de las Palomas se refuerza mutuamente, ya que de así hacen referencia a la supremacía del aspecto espiritual sobre el terrenal.
Grupo de la Eucaristía. Por debajo del Pelícano y rodeando el Anagrama JHS de Jesús «Jesús Hombre Salvador» se encuentran tres pares de ángeles que junto con el anagrama forman el Grupo de la Eucaristía. En la parte superior, uno lleva el ánfora con el vino y el otro la cesta con el pan. Los dos de en medio lanzan incienso con los incensarios, y la pareja inferior recoge la sangre de Jesucristo para esparcirla después por todo el Mundo. Todo este conjunto angélico fue modelado por Gaudí y fue lo último que dirigió personalmente en vida. A su muerte los elementos del grupo quedaron construidos en el suelo y se colocaron después.
Ángeles recogiendo la Sangre de Jesús. Según el Antiguo Testamento el sumo sacerdote entraba cada año en el lugar de Santísimo y esparcía la sangre de un sacrificio animal ante el símbolo de la presencia de Dios, el Arca del Testimonio. De estas manera expiaba temporal la nación ante Dios por su pecado durante ese año. Según el Nuevo Testamento, Jesucristo como ofrenda sin pecado, derramó su propia sangre y dio su vida para que todos los que crean en Él, no necesiten morir por sus pecados. Ambos ángeles recogen la sangre derramada por Jesucristo para luego esparcirla por todos los creyentes. La sangre paga el precio que iguala o anula la ofensa del pecador y destruye el poder de Satanás. Jesucristo entregó hasta la ultima gota de su sangre para la salvación de los creyentes, pagó el precio por ellos y obtuvo redención eterna a través de su muerte en la Cruz.
Ángel Lanzando Incienso. Uno, de los dos Ángeles que llevan incensario, lanza incienso a su alrededor, dando servicio a toda la comunidad en un ambiente de alabanza solemne de Dios. Se utiliza en la misa solemne cantada, en la bendición eucarística, en la procesión y en el entierro en que sube hacia el cielo. La función del incienso es de rechazo de insectos y de desinfección. Es como un spray para el ambiente, hace respirar más hondamente y hace percibir el aroma con que se presiente la solemnidad. El incienso que se quema es la continuación del uso judío, ordenado por Yavé desde los tiempos del Arca de Noé: «Harás también un altar para quemar el incienso». (Ex 30, 1). Unas amplias túnicas flotantes visten estos ángeles, y en sus pliegues holgados y esparcidos el observador percibe la condición etérea, ingrávida y ágil de estos ángeles ápteros. Sus pies descalzos que se proyectan al aire evidencian la atrevida colocación de sus masa escultóricas.
A la izquierda, ángel con Ánfora. El grupo de tres pares de Ángeles, del que forma parte este, representan la Eucaristía. Es la consagración del Pan en el Cuerpo de Cristo y del Vino en su Sangre, conmemora mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz. Esta Ángel lleva en el ánfora el Vino del Sacrificio, que debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. El vino es evocación de la otra dimensión de la vida, la vertical, la divina. A la derecha, ángel Ángel con Cesta de Pan. Este Ángel lleva la Cesta de Pan con la que se prepararan las hostias o pan eucarístico. El Pan a consagrar debe ser ázimo, sólo de trigo y hecho recientemente. Las hostias, a repartir entre los fieles, deben ser preparadas por personas honestas, expertas en la elaboración y que dispongan de los instrumentos adecuados. El Pan es la dimensión horizontal de la vida, la terrenal que es cotidiana, la pesadumbre de la vida.
En cada fachada hay cuatro torres, doce en total, dedicadas a los apóstoles. La base es cuadrada y pasa a ser circular a la altura de las figuras de los apóstoles, que aparecen sentados en pedestales. En su interior, al que se accede por una escalera de caracol o por ascensor, se colocarán unas grandes campanas que proyectarán su sonido a la ciudad. Cada torre está rematada por un pináculo de 25 metros con curiosas formas, colores y símbolos. Los pináculos representan a los obispos, sucesores de los apóstoles, caracterizados por sus atributos, el báculo, la mitra, el anillo y la cruz.
De izquierda a derecha: pináculos de San Bernabé, San Simón, San Judas, San Matías.